El artículo es una forma periodística peculiar en donde el autor refleja no sólo la opinión acerca de un tema, sino que a partir de una investigación imprime en el texto su particular estilo, siendo éste tan variado que su forma o su compaginación pueden ser difusas.
1) FORMAS DE ARTÍCULO
Existen dos variedades: el artículo y el ensayo.
1. El artículo propiamente dicho es el escrito por el cual un periodista analiza, estudia, medita y polemiza un tema, con criterio propio. La opinión del autor o periodista es el eje principal. Su estilo es libre al igual que su extensión. Aunque no existen formas determinadas, exige un lenguaje claro, conciso y directo para que pueda generar opinión. El artículo cumple con la misión del periodismo en todas sus formas que es la de informar, formar y entretener.
2. El ensayo es un trabajo de carácter científico y, a veces, literario. Exige de su redactor profundidad en el tema, un lenguaje acorde con su tratamiento, un estudio en profundidad, didáctico, sin tratar de agotarlo. Requiere mayor atención y un cuidado especial en su presentación.
Cada modalidad de artículo puede, a su vez, ser complementario de otro género e incluso formar uno nuevo, porque no se conjuga aquí un valor enteramente puro.
Dentro de la técnica de periodismo de opinión, aparece el llamado “estilo folletinista”, un género híbrido que puede situarse dentro de la nueva modalidad literaria, que refleja no sólo una aplicación discreta de elementos subjetivistas que pertenecen a la invención poética, sino que analiza la realidad desde lo periodístico.
Algunos artículos de opinión siguen al pie de la letra las notas generales que describen el llamado estilo de solicitación (opinión) o “modos editorializantes”, pero otros se elaboran de acuerdo con el estilo ameno o folletinista.
2) ESTRUCTURA
La estructura que presenta un artículo es la siguiente:
1) Se comienza planteando el tema de una manera ágil y dinámica, despertando interés desde la primera frase.
2) Se hace una descomposición del tema y un análisis global para comenzar a detallar formas más específicas dentro de su tratamiento.
3) Al plantear el tema, el periodista sabe que el lector no se convence con meros formalismos filosóficos, sino con juicios concretos para que pueda formar su opinión.
4) Sin apartarse de sus pautas, el redactor replanteará la problemática con soluciones convincentes o al menos intentará proyectarlas, si es que no se encuentra en un callejón sin salida.
1) FORMAS DE ARTÍCULO
Existen dos variedades: el artículo y el ensayo.
1. El artículo propiamente dicho es el escrito por el cual un periodista analiza, estudia, medita y polemiza un tema, con criterio propio. La opinión del autor o periodista es el eje principal. Su estilo es libre al igual que su extensión. Aunque no existen formas determinadas, exige un lenguaje claro, conciso y directo para que pueda generar opinión. El artículo cumple con la misión del periodismo en todas sus formas que es la de informar, formar y entretener.
2. El ensayo es un trabajo de carácter científico y, a veces, literario. Exige de su redactor profundidad en el tema, un lenguaje acorde con su tratamiento, un estudio en profundidad, didáctico, sin tratar de agotarlo. Requiere mayor atención y un cuidado especial en su presentación.
Cada modalidad de artículo puede, a su vez, ser complementario de otro género e incluso formar uno nuevo, porque no se conjuga aquí un valor enteramente puro.
Dentro de la técnica de periodismo de opinión, aparece el llamado “estilo folletinista”, un género híbrido que puede situarse dentro de la nueva modalidad literaria, que refleja no sólo una aplicación discreta de elementos subjetivistas que pertenecen a la invención poética, sino que analiza la realidad desde lo periodístico.
Algunos artículos de opinión siguen al pie de la letra las notas generales que describen el llamado estilo de solicitación (opinión) o “modos editorializantes”, pero otros se elaboran de acuerdo con el estilo ameno o folletinista.
2) ESTRUCTURA
La estructura que presenta un artículo es la siguiente:
1) Se comienza planteando el tema de una manera ágil y dinámica, despertando interés desde la primera frase.
2) Se hace una descomposición del tema y un análisis global para comenzar a detallar formas más específicas dentro de su tratamiento.
3) Al plantear el tema, el periodista sabe que el lector no se convence con meros formalismos filosóficos, sino con juicios concretos para que pueda formar su opinión.
4) Sin apartarse de sus pautas, el redactor replanteará la problemática con soluciones convincentes o al menos intentará proyectarlas, si es que no se encuentra en un callejón sin salida.
Ejemplo:
EL LECTOR Y SUS LÍMITES
Por Beatriz Sarlo
Diario Clarín, Sección Cultura y Nación, Jueves 19 de enero de 1995, Pág. 7
Pocos piensan hoy que el significado de un texto se fija en el momento de su escritura y queda inmóvil e idéntico a sí mismo para siempre. Hans Robert Jauss y Félix Vodicka desde la hermenéutica literaria, Michel de Certeau desde el análisis de la cultura, Umberto Eco y Jurik Lotman desde la semiología, Carlos Ginsburg desde la historia, Barthes desde todos los lugares, han discutido la existencia de un sentido único, transhistórico y congelado en la página de un libro.
Si algo nos demuestra la historia de la literatura, de las ideas o de las religiones, es que los libros (incluso los libros “sagrados”) cambian como paisajes iluminados por luces diferentes, recorridos por sendas que cada uno va inventando según sus deseos, sus destrezas y sus límites. Cada lector encuentra su perspectiva favorita, desde la que organiza el espacio y da sentido a cada uno de los elementos; desde algunas perspectivas, el paisaje puede verse completo; desde otras, sólo se perciben los detalles más próximos o los más evidentes. El recorrido por el paisaje-texto se hace como se puede, es decir, con los saberes que se han aprendido antes, en esos otros escenarios que son la escuela, la vida cotidiana, las relaciones sociales y económicas, las experiencias más públicas y las más secretas.
Los lectores derivamos por los textos impulsados por una corriente cuya fuerza se origina en nuestra propia historia tanto como en la historia de otros lectores. La libertad de los lectores no es siempre la misma: En algunas épocas, los textos ejercen más poder e indican de modo más fijo cómo son las condiciones de uso; en otros momentos, la libertad de los lectores es pensada como un ejercicio sin límites ni condiciones. Como sea, nunca puede anularse del todo la posibilidad de que los lectores realicen recorridos privados y secretos en el paisaje de los textos; las lecturas herejes no desaparecen nunca, aunque los guardianes de los textos quieran defenderlos de las invasiones de lectores “indeseables”.
¿Quiénes son los guardianes? Depende: a veces un sistema político, a veces una iglesia, con frecuencia los propios autores de textos o los críticos que escriben sus interpretaciones y se figuran que ellas son preferibles.
Ahora bien, ¿se puede hacer cualquier cosa con un libro?, ¿se puede recorrer de cualquier modo el paisaje de sus signos? Evidentemente, no. Como el cazador furtivo (la imagen es de Michel de Certeau) o como el aficionado ingenioso que con viejas piezas de motores arma una máquina nueva, los lectores encuentran en los libros (y también, en las películas, los programas de televisión o la música) imágenes, ideas, configuraciones que ofrecen su propia resistencia. Para decirlo brevemente, el cazador furtivo o el aficionado al bricolaje descubren en los textos cosas que les sirven y cosas cuyo manejo es enigmático, piezas útiles, que rápidamente incorporan a su mundo, y fragmentos duros, con los que parece que no puede hacerse nada, hasta que otro lector imagina el modo de armarlos en una nueva máquina.
Las lecturas enfrentan límites definidos por lo que los lectores saben y pueden hacer con lo aprendido en otros lugares (en la vida, en textos anteriores, en la escuela). Hay lectores que comienzan el recorrido por el paisaje de los libros equipados con todo lo necesario; pero también hay lectores que no han recorrido otros paisajes ni han aprendido en ninguna parte cuáles son las estrategias para cazar sentidos en la red de los textos; hay lectores que están casi presos en un solo paisaje.
Entonces, el ejercicio de la lectura remite a otros ejercicios: El de la diferencia social en los gustos y las habilidades. No hay una democracia de los textos donde todos somos iguales; por el contrario, hay clases de textos y clases de lectores donde la desigualdad ha plantado, con antelación, sus fronteras.Beatriz Sarlo es crítica literaria.
GÉNEROS MENORES
Por Beatriz Sarlo
Diario Clarín, Sección Cultura y Nación, Jueves 19 de enero de 1995, Pág. 7
Pocos piensan hoy que el significado de un texto se fija en el momento de su escritura y queda inmóvil e idéntico a sí mismo para siempre. Hans Robert Jauss y Félix Vodicka desde la hermenéutica literaria, Michel de Certeau desde el análisis de la cultura, Umberto Eco y Jurik Lotman desde la semiología, Carlos Ginsburg desde la historia, Barthes desde todos los lugares, han discutido la existencia de un sentido único, transhistórico y congelado en la página de un libro.
Si algo nos demuestra la historia de la literatura, de las ideas o de las religiones, es que los libros (incluso los libros “sagrados”) cambian como paisajes iluminados por luces diferentes, recorridos por sendas que cada uno va inventando según sus deseos, sus destrezas y sus límites. Cada lector encuentra su perspectiva favorita, desde la que organiza el espacio y da sentido a cada uno de los elementos; desde algunas perspectivas, el paisaje puede verse completo; desde otras, sólo se perciben los detalles más próximos o los más evidentes. El recorrido por el paisaje-texto se hace como se puede, es decir, con los saberes que se han aprendido antes, en esos otros escenarios que son la escuela, la vida cotidiana, las relaciones sociales y económicas, las experiencias más públicas y las más secretas.
Los lectores derivamos por los textos impulsados por una corriente cuya fuerza se origina en nuestra propia historia tanto como en la historia de otros lectores. La libertad de los lectores no es siempre la misma: En algunas épocas, los textos ejercen más poder e indican de modo más fijo cómo son las condiciones de uso; en otros momentos, la libertad de los lectores es pensada como un ejercicio sin límites ni condiciones. Como sea, nunca puede anularse del todo la posibilidad de que los lectores realicen recorridos privados y secretos en el paisaje de los textos; las lecturas herejes no desaparecen nunca, aunque los guardianes de los textos quieran defenderlos de las invasiones de lectores “indeseables”.
¿Quiénes son los guardianes? Depende: a veces un sistema político, a veces una iglesia, con frecuencia los propios autores de textos o los críticos que escriben sus interpretaciones y se figuran que ellas son preferibles.
Ahora bien, ¿se puede hacer cualquier cosa con un libro?, ¿se puede recorrer de cualquier modo el paisaje de sus signos? Evidentemente, no. Como el cazador furtivo (la imagen es de Michel de Certeau) o como el aficionado ingenioso que con viejas piezas de motores arma una máquina nueva, los lectores encuentran en los libros (y también, en las películas, los programas de televisión o la música) imágenes, ideas, configuraciones que ofrecen su propia resistencia. Para decirlo brevemente, el cazador furtivo o el aficionado al bricolaje descubren en los textos cosas que les sirven y cosas cuyo manejo es enigmático, piezas útiles, que rápidamente incorporan a su mundo, y fragmentos duros, con los que parece que no puede hacerse nada, hasta que otro lector imagina el modo de armarlos en una nueva máquina.
Las lecturas enfrentan límites definidos por lo que los lectores saben y pueden hacer con lo aprendido en otros lugares (en la vida, en textos anteriores, en la escuela). Hay lectores que comienzan el recorrido por el paisaje de los libros equipados con todo lo necesario; pero también hay lectores que no han recorrido otros paisajes ni han aprendido en ninguna parte cuáles son las estrategias para cazar sentidos en la red de los textos; hay lectores que están casi presos en un solo paisaje.
Entonces, el ejercicio de la lectura remite a otros ejercicios: El de la diferencia social en los gustos y las habilidades. No hay una democracia de los textos donde todos somos iguales; por el contrario, hay clases de textos y clases de lectores donde la desigualdad ha plantado, con antelación, sus fronteras.Beatriz Sarlo es crítica literaria.
GÉNEROS MENORES
Las últimas páginas del diario concentra distintas secciones dedicadas al entretenimiento. Esta tendencia aparece a fines del siglo XIX y es adoptada por todos los periódicos.
En primer lugar, se puede incluir a la historieta, que juega un doble papel. La historieta propiamente dicha va narrando una historia, o bien, se relatan sucesos hogareños que provocan una sonrisa en el lector, acompañados por el chiste, que puede ser utilizado como un elemento de opinión.
Aparecen también los consejos médicos y los temas referentes al hogar. A veces, el material es publicado en suplementos o son columnas que aparecen a diario, cada semana u ocasionalmente. Comprenden asuntos de cocina, moda, belleza, diversión, etc. A esta lista se agregan el horóscopo, los crucigramas, grillas, y acertijos.
De esta manera, se multiplican estas secciones en los medios de comunicación, donde existe un interés del público por encontrar soluciones a sus problemas cotidianos y satisfacer deseos, ilusiones y vanidades.
De Mujeres Por Noemí Carrizo, noemiaries@hotmail.com
¿Y si me quedo soltera?
Formar una familia es una ambición innata en la mujer, aunque se realice después de los treinta y aparezca como una intención en desuso. Las amigas suelen hacer planes para salir a solas, y se divierten. De vez en cuando, miran a su alrededor y se preguntan dónde están los hombres. La sensación de quedarse soltera, después de algunas incursiones de amor fracasadas, es un cosquilleo inevitable. Aquí cuenta la sinceridad: ¿existe el deseo auténtico de amar y ser amada con todo lo que esto implica? De ahí el asombro que causa ver a bellas, inteligentes y hasta acaudaladas mujeres que no han logrado casarse. Creerse digna de una corona real, no suele dar buenos resultados. Máxima se rió en la cara de Guillermo Alejandro de Holanda, cuando le contestó que su profesión era la de príncipe: no le creyó en absoluto, lo que demuestra su inmejorable espontaneidad y lo quimérica que le resultaba la situación. La simplicidad da buenos dividendos. Tampoco, desde ya, tendrá éxito, la que se siente una humilde ratita. Nada como la naturalidad, las ganas de conocer al otro, de abrir el espíritu a distintas personalidades. Hay que salir, no con el traje de novia en la cartera, cuyos pliegues asustan a cualquier hombre, sino por el placer de intercambiar buenos estados de ánimos, distintas opiniones, o simplemente enterarse de lo que piensan los demás. Nada es tan seductor, por ejemplo, como saber escuchar; y además, se aprende. Admitamos que la hipersensibilidad no está de moda, pero una mujer ingeniosa, que sabe reírse con ganas y acompaña a un hombre tanto a tomar una gaseosa como a disfrutar de una opípara cena (y sí, el estómago tiene que ver) no suele estar exenta de admiradores. Hay en algunas mujeres una especie de perfume, no sólo a rosas, a café y canela, que evoca placeres hogareños, ansias de compartir, necesidad de cercanía. Las lindas suelen quedarse solteronas porque son más pretenciosas, decían las abuelas. Como casi todos los adagios que retiene la memoria emotiva, es acertado. Encuentran marido las que son capaces de olvidarse de cómo luce su pelo, y tomar, de inmediato, el bolso para ir al encuentro del hombre que pasó a buscarlas.
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2 comentarios:
Hola
He escrito un ensayo que se titula:
¡Cortemoslá Carajo! ( El fracaso de la democracia. Otra generación perdida)
Debo decir que se trata de una esupenda aproximación a los dramas argentino de los últimos 80 años que nos han llevado a esta lamentable actualidad,
Tiene humor, ironía y una sólida estructura.
Y claro que estoy tratando de difundirlo.
Recuérdenlo. Y si no les interesa, eliminen el mail. Pero cuando lo hagan piensen en lo difícil que es difundir un libro para un escritor novel.
Muchas gracias
Alejandro Marin
a quienes se refiere Sarlo cuando llama a ciertos lectores "indeseables"
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