Para definir a la opinión pública, es necesario analizar los términos “opinión” y “pública” por separado. Ya se ha definido “opinión”, para lo cual faltaría “pública”, cuyo concepto puede definirse como una cosa notoria, con la condición de ser vulgar y común, por tanto, perteneciente al pueblo.
Se puede afirmar que la opinión pública es el resultado manifiesto de las diferentes opiniones de los hombres, sea cual fuere su condición social, ya que no debe estar ajeno al manejo individual ni colectivo de la conciencia popular.
Hay que considerar pública la opinión vertida por un conglomerado de gente o público, resultando siempre aquella dúctil, versátil, transitoria, formulada por personas que no se encuentran individualmente próximas unas a otras, y que tampoco están unidas por intereses comunes, porque provienen de diferentes extractos sociales que provocan desconexión de grupos.
La opinión pública resulta entonces contradictoria, y la comunicación juega relativamente con el llamado “mercado de la opinión pública” […]
Le corresponde al hombre de hoy controlar, analizar y encauzar esa fuerza a través de las diversas técnicas y disciplinas que conforman la comunicación social, aplicando una suerte de acciones en pro de un mayor entendimiento de y por los hombres (Martínez Valle, 1997: 97).
1) Pirámide de opinión
La pirámide de la opinión pública se encuentra estructurada de la siguiente manera: En la base figura la opinión general o del pueblo; en el segundo estrato, la opinión calificada de políticos, clérigos, maestros, etc.; en la parte superior, la opinión gubernamental, es decir, la de los funcionarios de gobierno.
La forma de interactuar de los estratos puede generalizarse de la siguiente manera: la opinión calificada ejerce una amplia influencia fundiéndose con la opinión general. A su vez, una planificación debe estar estructurada de manera tal que la opinión calificada pueda influenciar en los sectores gubernamentales y, por ultimo, en el del pueblo.
En épocas de democracia, existe una variante de la pirámide. El pueblo ejerce, teóricamente, el poder de opinión para influir en las restantes, pero, en la práctica, esto no ocurre. Muchas veces, sucede que la clase gubernamental se encuentra dominada por una “elite”, que actúa a espaldas del pueblo, conservando el poder, ya que no admite el acceso de otros grupos.
Puede aplicarse este último caso, también, en los periodos de gobiernos dictatoriales. Su poderío lo ejercen a través de la educación para controlar la “voz” del pueblo.
2) Estratos
La opinión pública abarca los siguientes estratos:
a) La creación original: Todo valor se origina a partir de una opinión individual, poniendo de manifiesto la capacidad interpretativa del hombre. La creación original marca un punto de referencia de la división entre el ser y no ser.
b) La vocación intelectualizada: Está conformado por un grupo de personas especializadas, que no sólo muestran un interés particular acerca de los temas de actualidad, sino que se dedican profesionalmente a esta materia. Por ello, socialmente, este estrato se encuentra siempre vigente. Sus integrantes han alcanzado un grado de madurez con respecto al anterior, que no sólo se limita a recrear su opinión, sino que mejoran y esclarecen los puntos de un tema que se encuentran en debate.
c) La comprensión objetiva: Se muestra el comportamiento de los estratos anteriores, el que se agrega como característica la tonalidad emocional, ya que la opinión se manifiesta acorde con las circunstancias y en el modo de actuar selectivamente.
d) La comprensión subjetiva: En este estrato, se puede incluir al hombre común que, por regla general, participa sin saberlo. Lo que se sostiene es la comprensión subjetiva con que se valora el mundo, es decir, su accionar cuando genera opinión por las cosas que le agradan o disgustan. Dentro de este ámbito, suele pasar por distintos temas con una indiferencia total. En cambio, cuando participa, es capaz de negar o afirmar algo y tomar partido por aquellos temas que son de su interés.
Todo esto conformará la llamada “reacción–opinión”, es decir, el individuo podrá extraer conclusiones que convergen en una actitud básica para la formación de una opinión. El hombre, permanentemente, reacciona ante una determinada situación, como una constante de su comportamiento.
En la actividad social que se encuadra dentro de la opinión, se puede mencionar en su estudio cinco clases de actitudes bien diferenciadas:
- Racionales: La persona busca una justificación lógica.
- Trasferencia: En este caso, trata de derivar el problema.
- Compensación: Las carencias deben ser compensadas.
- Proyección: Deriva la circunstancia hacia variantes distintas hasta llegar a identificarse con el problema.
- Simplificación: Se reduce el problema a una síntesis.
De este modo, el pensamiento periodístico puede actuar como desencadenante de una serie de situaciones para comprender los aspectos que reflejen los medios, ya que éstos se consideran como un reflejo de la propia sociedad.
A su vez, cada actividad que realice el docente, adecuados a los distintos niveles de enseñanza, pueden hacerlos efectivo, en tanto y en cuanto, apliquen la creatividad e imaginación, lejos de convertir la tarea escolar en un rito carente de sentido para el alumno. Las posibilidades de revertir un viejo esquema de enseñanza–aprendizaje dependerá del docente, que será beneficio para su formación y la de sus alumnos.
Se puede afirmar que la opinión pública es el resultado manifiesto de las diferentes opiniones de los hombres, sea cual fuere su condición social, ya que no debe estar ajeno al manejo individual ni colectivo de la conciencia popular.
Hay que considerar pública la opinión vertida por un conglomerado de gente o público, resultando siempre aquella dúctil, versátil, transitoria, formulada por personas que no se encuentran individualmente próximas unas a otras, y que tampoco están unidas por intereses comunes, porque provienen de diferentes extractos sociales que provocan desconexión de grupos.
La opinión pública resulta entonces contradictoria, y la comunicación juega relativamente con el llamado “mercado de la opinión pública” […]
Le corresponde al hombre de hoy controlar, analizar y encauzar esa fuerza a través de las diversas técnicas y disciplinas que conforman la comunicación social, aplicando una suerte de acciones en pro de un mayor entendimiento de y por los hombres (Martínez Valle, 1997: 97).
1) Pirámide de opinión
La pirámide de la opinión pública se encuentra estructurada de la siguiente manera: En la base figura la opinión general o del pueblo; en el segundo estrato, la opinión calificada de políticos, clérigos, maestros, etc.; en la parte superior, la opinión gubernamental, es decir, la de los funcionarios de gobierno.
La forma de interactuar de los estratos puede generalizarse de la siguiente manera: la opinión calificada ejerce una amplia influencia fundiéndose con la opinión general. A su vez, una planificación debe estar estructurada de manera tal que la opinión calificada pueda influenciar en los sectores gubernamentales y, por ultimo, en el del pueblo.
En épocas de democracia, existe una variante de la pirámide. El pueblo ejerce, teóricamente, el poder de opinión para influir en las restantes, pero, en la práctica, esto no ocurre. Muchas veces, sucede que la clase gubernamental se encuentra dominada por una “elite”, que actúa a espaldas del pueblo, conservando el poder, ya que no admite el acceso de otros grupos.
Puede aplicarse este último caso, también, en los periodos de gobiernos dictatoriales. Su poderío lo ejercen a través de la educación para controlar la “voz” del pueblo.
2) Estratos
La opinión pública abarca los siguientes estratos:
a) La creación original: Todo valor se origina a partir de una opinión individual, poniendo de manifiesto la capacidad interpretativa del hombre. La creación original marca un punto de referencia de la división entre el ser y no ser.
b) La vocación intelectualizada: Está conformado por un grupo de personas especializadas, que no sólo muestran un interés particular acerca de los temas de actualidad, sino que se dedican profesionalmente a esta materia. Por ello, socialmente, este estrato se encuentra siempre vigente. Sus integrantes han alcanzado un grado de madurez con respecto al anterior, que no sólo se limita a recrear su opinión, sino que mejoran y esclarecen los puntos de un tema que se encuentran en debate.
c) La comprensión objetiva: Se muestra el comportamiento de los estratos anteriores, el que se agrega como característica la tonalidad emocional, ya que la opinión se manifiesta acorde con las circunstancias y en el modo de actuar selectivamente.
d) La comprensión subjetiva: En este estrato, se puede incluir al hombre común que, por regla general, participa sin saberlo. Lo que se sostiene es la comprensión subjetiva con que se valora el mundo, es decir, su accionar cuando genera opinión por las cosas que le agradan o disgustan. Dentro de este ámbito, suele pasar por distintos temas con una indiferencia total. En cambio, cuando participa, es capaz de negar o afirmar algo y tomar partido por aquellos temas que son de su interés.
Todo esto conformará la llamada “reacción–opinión”, es decir, el individuo podrá extraer conclusiones que convergen en una actitud básica para la formación de una opinión. El hombre, permanentemente, reacciona ante una determinada situación, como una constante de su comportamiento.
En la actividad social que se encuadra dentro de la opinión, se puede mencionar en su estudio cinco clases de actitudes bien diferenciadas:
- Racionales: La persona busca una justificación lógica.
- Trasferencia: En este caso, trata de derivar el problema.
- Compensación: Las carencias deben ser compensadas.
- Proyección: Deriva la circunstancia hacia variantes distintas hasta llegar a identificarse con el problema.
- Simplificación: Se reduce el problema a una síntesis.
De este modo, el pensamiento periodístico puede actuar como desencadenante de una serie de situaciones para comprender los aspectos que reflejen los medios, ya que éstos se consideran como un reflejo de la propia sociedad.
A su vez, cada actividad que realice el docente, adecuados a los distintos niveles de enseñanza, pueden hacerlos efectivo, en tanto y en cuanto, apliquen la creatividad e imaginación, lejos de convertir la tarea escolar en un rito carente de sentido para el alumno. Las posibilidades de revertir un viejo esquema de enseñanza–aprendizaje dependerá del docente, que será beneficio para su formación y la de sus alumnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario