La sociedad, durante siglos, entretejió las relaciones persona a persona, conformando un entramado ligado al peso de la tradición, los hábitos y la moral con un panorama de conductas esperables. La “persona” era una entidad con historia, familia, profesión, ideas conocidas e integradas que definían su personalidad. El clima social era de control y protección al mismo tiempo y la comunicación establecida por canales personales. Esto trajo como consecuencia un estancamiento, ya que lo extraño era rechazado.
Al afianzarse los medios masivos de comunicación social, produjeron notables cambios, llegando a crear la corriente denominada “posmoderna”, originada hace más de dos décadas. Los mensajes, hoy, pueden ser trasmitidos instantáneamente, incluso a través de cadenas satelitales. Nada ha quedado relegado a esta nueva cultura de masas.
1. HACIA UNA DEFINICIÓN
Los medios de comunicación (mass–media) pueden definirse como los mecanismos técnicos–culturales que hacen posible la difusión de mensajes en forma oral, impresa o audiovisual, desde una fuente determinada a un público o receptor. Son técnicos, porque sus posibilidades de aplicación lo hacen precisamente a través de sistemas mecánicos, electrónicos o computarizados, con un lenguaje propio, dirigidos hacia una nueva forma de interacción. Se consideran culturales, porque contribuyen a la formación educativa de la comunidad en que actúan.
Los medios de comunicación frecuentemente se identifican como instrumentos culturales que sirven para promover o influir en las actitudes, para estimular la difusión de modelos de comportamiento o para fomentar la integración social. A través de estos medios percibimos la realidad de manera mucho más extensa, intensa e inmediata. Pero también a estos mismos medios se les atribuye ese hipotético “cuarto poder” porque tienen en sus manos la fuerza y la capacidad de “hacer creer” e influir en las personas y en la configuración de la mentalidad de importantes sectores sociales. La posibilidad de acceder a la información resulta una tarea muy simple para cualquier persona que lo desee e, incluso, para aquella que no lo desee. Dado que estos instrumentos de difusión inciden de manera directa o indirecta en los valores comunes de la sociedad, también afectan, de manera consciente o no consciente, a los individuos produciendo importantes cambios en sus actitudes culturales. La prensa, radio y televisión influyen poderosamente en los conocimientos, ideas y conductas de las personas (León, 1996: 12-13).
Un análisis más complejo de este fenómeno es estudiado en el campo de la sociología. Al respecto, se estableció que la comunicación de masas hacía posible la existencia de canales de comunicación directos e indirectos, permitiendo que una información pueda ser transmitida a una gran audiencia, con importantes diferencias sociológicas.
La comunicación masiva, en tal sentido, se puede diferenciar de otros medios por sus características y elementos propios que, según Charles R. Wright, se establecen las siguientes condiciones:
a) Naturaleza del auditorio: La comunicación de masas está dirigida hacia un auditorio relativamente grande, heterogéneo y anónimo.
b) Naturaleza de la comunicación: La comunicación de masas se caracteriza por ser pública, rápida y transitoria. Esto se afirma en el hecho de que no va dirigida a nadie en especial, llega a grandes auditorios en forma simultánea y por lo general se hace en vista a un empleo inmediato y no para un registro permanente.
c) Naturaleza del comunicador: Aquí se destaca el hecho de que la comunicación de masas es organizada. A diferencia del artista individual o del escritor, el “comunicador trabaja a través de una compleja organización y de una gran división del trabajo.” (Citado por Schröeder y ot., 1977: 18)
2. CLASIFICACIÓN
Los medios de comunicación social pueden clasificarse en audiovisuales: TV, cine e Internet; escritos: prensa, revistas; oral: radio.
En cuanto a la prensa gráfica, puede apreciarse su función dentro de la formación de la opinión pública. Difunde noticias, informaciones, opiniones y pasatiempos como mercancía, ingresando en la producción comercial: una industria monopólica, abarcativa de todos los medios, ocupando un lugar destacado en cada uno de ellos.
La influencia de la radio, en cambio, es notoria, porque puede llegar en forma instantánea al oyente, con una pluralidad en el mensaje, clarificando ideas, con el propósito de fijar la credibilidad.
En lo que respecta a los medios audiovisuales, en especial la TV, genera una localización de su público, ya que es un medio que actúa con doble apoyatura: el sujeto oye el mensaje, que es complementado por las imágenes que clarifican el mensaje cifrado. Este medio posibilita una notable influencia, ya que atrapa la atención del espectador y genera, en algunos casos, la imitación de los personajes famosos que son vistos en la pantalla.
En el ámbito periodístico, los medios de comunicación actúan en concordancia para la difusión de un suceso: La radio anuncia, la TV muestra y el diario publica. En cada uno, el tratamiento de la información es distinto y no se puede hablar de competencia. Sólo existe en el caso de querer analizar cómo se obtiene la primicia en idénticos medios.
3. MEDIOS Y OPINIÓN PÚBLICA
Los medios de comunicación generan un periodismo dividido en tres sectores, de acuerdo con la pirámide de opinión: periodismo vertical, periodismo horizontal y periodismo horizontal–vertical.
El periodismo vertical puede ser de dos maneras: vertical ascendente, es el que llega desde el pueblo a la faz gubernamental, o vertical descendiente: desde los estratos gubernamentales al pueblo.
El periodismo horizontal es el que produce su acción dentro de un solo estrato, sin que influya en las áreas superior e inferior.
El periodismo vertical–horizontal, en cambio, no ataca a nadie, sino que va formando su opinión de manera horizontal, y converge o se mezcla con otra faz, la vertical, para actuar dentro de los sectores tanto superior como inferior.
4. PERIODISMO Y LITERATURA
El periodismo puede ser encuadrado dentro de los aspectos básicos de la comunicación pero, también, desde un enfoque sistémico, se lo puede estudiar para establecer un acercamiento entre periodismo y literatura.
El periodista utiliza el término “literatura” como sinónimo de bibliografía. También, por regla general, establece que podría encuadrarse dentro de un aspecto mucho más amplio: la opinión, contraponiéndolo al concepto de objetividad.
Pero lejos de esta sutil interpretación, lo literario tiene bases mucho más profundas y significativas:
1) Desde un aspecto comunicacional, es posible hallar una ubicación del periodismo con relación a la literatura.
2) Mediante un análisis exhaustivo de los géneros, un orden donde se ubica el periodismo literario y la literatura periodística, en torno a la noticia y la información, como modos de enunciación y discurso.
3) La historia, por su parte, refleja la discusión de los escritores ante la Real Academia Española, con el surgimiento del periodismo vinculado con la literatura.
4) Otro aspecto a considerar es la existencia de un periodista escritor y un escritor periodista.
5) En el estudio lingüístico, diversos autores establecen factores comunes entre literatura y periodismo, con un esquema de la problemática.
6) También es posible hallar una interpretación ambigua de los géneros.
7) Como último punto, se ofrece un punto de vista interesante en cuanto a la “búsqueda de una verdad” tanto en el periodismo como en la literatura.
Si se quiere diseñar un símbolo que represente la ubicación del periodismo entre la literatura y la comunicación, se elegiría a un árbol: las raíces, la comunicación (oral y escrita), el tronco, la literatura y las ramas, el periodismo. Esta idea surge de las palabras de José Acosta Montoro, quien afirma que el periodismo y la literatura “son como la rama y el tronco, que no pueden vivir por separado” (Acosta Montoro, 1973: 51). Tanto la literatura como el periodismo, se alimentan a su vez de la comunicación, ya que desde este punto de vista toda creación (periodística o literaria) puede ser considerada como una palabra global, que el lector llena de sentido, según su conocimiento de la lengua y su experiencia personal.
Desde sus orígenes, la literatura siempre alimentó al periodismo, puesto que las noticias constituían un pequeño centro de la información que ofrecían los periódicos.
Se pueden separar ambos lenguajes, en donde no es fácil encuadrar satisfactoriamente a la literatura o lo que se entiende por ella, o bien, al periodismo propiamente dicho. Aunque parezcan disímiles, tienen muchos puntos en común.
4.1. Acerca del periodismo
Si bien se puede incluir al periodismo dentro de los cánones básicos de la comunicación, entendido únicamente como el acto de “comunicar”, sería minimizar su función. En el ensayo Periodismo Educativo, se ha definido al periodismo como una necesidad comunicacional. Su trascendencia e importancia hace que este enfoque pueda ser analizados desde el ámbito de la historia, cifrando una paradoja.
El periodismo es la historia del presente y la literatura es el periodismo del pasado. Es lógico que, dentro del campo de la comunicación histórica, antes de investigar lo que hicieron los antepasados, interese al hombre saber lo que hacen sus contemporáneos. El tiempo convierte en historia lo que en “otrora” fue “periodismo” (Acosta Montoro, 1973: 73).
De esta manera, es posible concebir que sin el periodismo el hombre conocería su realidad a través de la literatura, mediante versiones orales e interpretaciones históricas y anécdotas.
4.2. Acerca de la literatura
En literatura, por regla general, se descuenta lo obvio: un poema, un cuento, una novela o una pieza teatral escrita; pero, ¿qué clasificación tendría un ensayo, una columna o un chimento de la farándula?
En las tradicionales definiciones de literatura: “compromiso”, (Sartre, 1962) “búsqueda de la subjetividad”, (Eliot, 1959) “de la imitación de la realidad–mimesis”, (Aristóteles, 1982) se sumaría la propuesta de Graciela Montes: un acercamiento entre la realidad y la fantasía. “La literatura es una búsqueda nueva, ni un sueñismo de fantasía divagante, ni el realismo mentiroso. Más bien exploración de la palabra, que es exploración del mundo y que incluye en un solo abrazo lo que suele llamarse realidad y lo que suele llamarse fantasía,” ya que no sólo el mundo del escritor estará lleno de sutilezas y belleza, sino que mediante la “exploración de la palabra” puede fomentar en los lectores “nuevas búsquedas internas” (Montes, 1990: 25).
La magnitud del trabajo artístico del escritor estará dada por la sola circunstancia de recrear la fantasía dentro de lo literario para que el lector pueda disfrutar de un goce estético, renovado en cada lectura.
4.3. Postulados
En otro orden de ideas, se pueden hallar otras posturas, como el caso de Octavio Aguilera, quien considera que “el periodismo no tiene nada que ver con la literatura” (Aguilera, 1992: 18), o bien, la propuesta de José Acosta Montoro:
El periodismo, medio de comunicación que se obliga por esencia al acercamiento a las masas, a su educación, a su formación, en la cultura que tiene como texto los periódicos, ha creado sus propios géneros directos, claros, terminantes, que son literatura en cuanto que propagan su estilo a las obras propiamente literarias, y sobre todo, en cuanto que se erigen en métodos formidables para reflejar la realidad humana (1973: 126).
En toda creación estética –el periodismo no es la excepción–, hay opiniones discordantes: no pretende ser una ciencia exacta.
En los casos planteados, se ha podido observar que, en el periodismo, la literatura se halla presente no sólo en aspectos que conforman los géneros, sino también en la preocupación por determinar su origen, correspondencia y análisis que ofrecen estos modelos discursivos. Dada sus características intrínsecas, se argumenta una transposición de lenguajes: por momentos, el discurso pretende ser netamente informativo (periodístico), por momentos, literario. Este trasvase lo convierte en ambiguo, y es difícil o casi imposible tomar a ultranza un concepto para llevarlo a la práctica.
También, se ha puesto de manifiesto que la visión del periodismo en la literatura no es analógica ni se puede realizar mediante comparaciones estilísticas. Más bien, se sumerge en una estructura integral, como si fueran las dos caras de la moneda, inseparables desde todo punto de vista.
A pesar de que el periodismo es considerado como una disciplina autónoma, independiente, que incursiona en la sociedad con una fuerte influencia, lo cierto es que la literatura cumple un rol fundamental para diferenciar los distintos aspectos, cuyos principios han sido reflejados desde la óptica propia del periodismo.
5. PRENSA GRÁFICA
La prensa gráfica ocupa un lugar de privilegio entre los medios y se hace necesario remarcar aquellos aspectos básicos que lo componen, para lo cual se pueden establecer las diferencias entre diario, periódico y revista.
El diario es una publicación periodística que aparece diariamente. Es de tipo informativo y, por tanto, debe ser actual, tratando de abarcar todos los temas en sus distintas facetas y ámbitos, con el propósito de difusión. Puede ser de aparición matutina o vespertina, divididos en suplementos y secciones. El formato del diario puede ser sábana o tabloide. Su contenido está conformado por noticias de interés general, comentarios, entretenimientos y publicidad. Cumple con el objetivo de llegar a una mayor cantidad de lectores y, por tal razón, es redactado de una manera ágil y dinámica. Tiene una triple finalidad: informar, formar y entretener.
El periódico es una publicación que aparece distanciada una de otra, es decir, en forma semanal, mensual, bimestral o semestral, y su lapso no puede pasar de un año. Sus ejemplares deben estar fechados, numerados y rotulados con un mismo título.
La revista puede ser definida como una
publicación periódica por cuadernos, con escritos sobre varias materias, o sobre una sola especialmente. La revista, que participa a la vez del libro y del diario, es, al miso tiempo, por su carácter, un órgano de información y un instrumento de cultura (Buonocore, 1976: 375).
En el mercado, existe una cantidad de publicaciones con distintos tipos de formatos y una variedad en cuanto a orientación y propósito. Se puede hacer una clasificación de este medio por su circulación, origen, especialización, contenido y finalidad.
5.1. Consumo de noticias
Es una realidad que estos medios se consolidan como empresas comerciales, y las noticias ingresan en el circuito de producción, circulación y consumo.
En cuanto a la producción, se puede establecer que la noticia es un producto de una actividad especializada, la materia prima con que se elaboran los periódicos, noticiosos, etc., y que es aceptado públicamente de este modo.
En lo que respeta a la circulación, existen distintos canales que se entrelazan para que la información pueda llegar a un lector, oyente o espectador, en los que se suma Internet.
A esto se le adiciona el consumo, vinculado con la visión de un lector potencial. Este circuito integrador también se basa en la transnacionalización de los medios de comunicación, que provoca una homogenización de contenidos y de formas, teniendo como objetivo la comercialización de la noticia como producto.
Igualmente, no podemos descartar que las noticias ayudan a construir la realidad social e impera como un fenómeno que se inscribe en el relato de sucesos.
La realidad social está supeditada, en gran medida, a la influencia de los medios masivos de comunicación, instrumentos que posibilitan una referencia ineludible en torno a la función política y repercusión masiva. La realidad puede percibirse en la medida que el hecho trasciende y se defina en un contexto social.
Pero en este circuito de producción–circulación–consumo, lo que hay que determinar es un amplio margen de error de la información que se procesa. No todo lo que se publica o comenta puede ser veraz, sino que también las noticias pueden ser inventadas, erróneas o especulativas. Del lector crítico, dependerá la creencia de lo escrito, en especial cuando hayan desmentidos, rectificaciones, o bien, se reconocen que son rumores no confirmados.
En definitiva, los medios incluyen, excluyen y jerarquizan la información, a través de ese procesamiento del aluvión informativo procedente de diferentes fuentes, confeccionan la agenda temática que responde a los intereses del lector implícito del medio periodístico (muchas veces constituido por un conglomerado de medios gráficos y audiovisuales enlazado a diversos sectores de poder) (Marino, 1999: 37).
5.2. Ideología en los medios
La palabra ideología, al separarse en dos sílabas, encuentra su significado en las raíces de los vocablos que la componen: ideo = idea y logía = estudio, es decir, un estudio de las ideas. Theodor Geiger (1972: 18), completando esta definición, expresa que es el estudio de las “creaciones mentales por oposición al estudio de las cosas materiales y los fenómenos de la percepción”.
Siguiendo los lineamientos del ensayo Elementos para la teoría de la ideología, la ideología puede ser interpretada desde “el carácter contradictorio de la realidad y permite ser definido como un soporte necesario para el desarrollo de toda actividad social, dada una realidad contradictoria” (Echeverría y ot., 1974: 11). Interpretando este pensamiento, los hombres se ajustan a lo que la sociedad les impone: un equilibrado sistema de normas que regulan su proceder en total armonía. Su postulado: “negar las contradicciones de clase”, homogeneiza sus diferencias con la realidad; al no haber clases sociales, no existen para la sociedad, aunque estén definidas en su contexto.
Se encuentra, además, la llamada “ideología de clases” que está constituida a partir de los intereses de la clase dominante y por oposición a la de la clase dominada.
Éstas tendrían, de acuerdo con sus intereses, a superar las condiciones de explotación existentes, y, por lo tanto, a resolver la contradicción de clases vigente, lo que demostraría que, en ese nivel, se está en condiciones de resolver prácticamente esa contradicción (Ibíd. Pág. 12).
Otro aspecto a considerar es la “ideología como inversión de la realidad”, cuya falsa conciencia de la ideología sigue siendo una expresión, que logra existencia real gracias a esta aparente antinomia. Si bien, la ideología deforma la
realidad y falsea la conciencia, por otra parte, expresa tal realidad. El contenido ideológico representa la captación de una realidad, que no se crea a partir de la nada, pero al mismo tiempo, por su intermedio el objeto se distorsiona […] (Ibíd.. Pág. 12)
Esta inversión de la realidad comprende a la ideología como una significación de lo presente, porque a pesar de su discurso no se pueden esconder los aspectos irreconciliables de su propia contradicción.
En el marco de la sociedad capitalista, se puede determinar el papel que desempeña la mercancía en los estratos y en los aparatos ideológicos. Karl Marx lo denominó “fetichismo de la mercancía”, y por medio de su proyección define el trabajo de los hombres “como si fuese un carácter material de los propios productos, […] un don natural social de estos objetos” (citado por Echeverría y ot., 1974: 12). En este entorno, se encuentra presente la ideología de dominación de clases: base fundamental de todo capitalismo. Tales formas expresan, en sentido de “ideologización de conciencia”, una cosificación.
La inversión ideológica no puede orientarse en cualquier sentido, debe mostrar lo que ocurre en la realidad del proceso productivo, que es lo que naturalmente debe ocurrir, dadas las cualidades de los elementos que allí intervienen (Ibíd. Pág. 18).
Dicho equilibrio debe provenir del sistema de los “precios” que se regulan en el mercado de valores.
Por último, la ideología se la puede ver como “la negación de la inversión”, creada como una máscara ante la realidad, que logra alcanzar un grado de legitimación.
La ideología no puede ser considerada en cuanto tal, pues, sería irrelevante en la conciencia de los hombres, los cuales estarían en condiciones de descubrir su capacidad enajenante, mistificadora y podrían evitar la enajenación. Es necesario que ella permita ser captada como verdadera captación de la realidad. Por eso creemos importante destacar que negar la inversión que se da en la ideología, es, asimismo, algo específico y absolutamente necesario del fenómeno ideológico (Ibíd. Pág. 24).
En la actualidad, la palabra ideología desenmascara un doble discurso. En política se la utiliza con frecuencia para desacreditar al oponente, y en los medios de comunicación para “evadirse de la realidad”, o bien, para mostrar como falacia la combinación: realidad-verdad. La ideología, al oponerse a la realidad, adquiere significaciones ambiguas y en muchos casos contradictorias, aunque no lo parezca. Dependerá, en grado sumo, del contenido del discurso para determinar cuál es la realidad circundante: el grado de objetividad, el método de interpretación de la realidad, a fin de determinar una clasificación, por la cual se pueden determinar a que ideología responde el medio, y la implementación de la política editorial para designar, por último, el perfil del lector.
5.2.1. La objetividad
La imagen, en el sentido antropológico del término, que se obtiene del otro, lo otro y los otros, llega a tomar los alcances de una interacción activa del sujeto–objeto–de–la–relación, es decir que el suceso que trasciende como noticia debe responder a los alcances de un interés público. Alfonso Albala señala que es el
condicionamiento expresivo del medio que hace cauce al mensaje y la vía del conocimiento que, para el término objeto de la relación periodística, supone el mensaje. Contrariamente a lo que ocurre en cualquier otro tipo de comunicación, en la que aquí nos ocupa es el término objeto, quien condiciona, de un modo absoluto, la relación periodística. El medio natural –el habla– es prácticamente el mismo. Cambia la intencionalidad como iniciativa y cambia, sobre todo, su receptor humano, dada la situación sociológica, desde la que condiciona este modo peculiar de comunicación (1970: 26).
La transferencia de signos, en tal sentido, es multifacética y abarcativa, siendo la objetividad del hecho que se informa la piedra angular del periodismo, tanto de los medios como del periodista. Es un postulado que tuvo su origen en el periodismo norteamericano y, luego, pasó a Latinoamérica. Julio A. del Río Reynaga considera que
es un atributo que se considera consubstancial de la información. Sin la objetividad no hay información, o desmedre ésta. La objetividad es la relación neutra que hace un periodista de un hecho o de una opinión sin que introduzca su comentario personal. Es, en suma, relatar con exactitud el objeto que se observa (1991: 47).
En disconformidad con esta postura, el profesor Francisco Fattorrello está convencido que es un doble juego subjetivista, ya que hay que tomar muy en cuenta a la hora de hablar de esa “utopía llamada objetividad de la noticia”.
La interpretación como complemento subjetivo del promotor y la interpretación no menos subjetiva del receptor, es lo que hay que tomar en cuenta para estos casos, (y añade:) el fenómeno de la información resulta doblemente subjetivo si se tiene en cuenta que los sujetos opinantes son dos en el ámbito de la misma relación y percepción de lo que es el objeto de la información, como se ha visto. Esta subjetividad de las informaciones se repite hasta el infinito, puesto que el fenómeno de la información se renueva sin límites, es un sucederse continuo, ininterrumpido de relaciones. En esta subjetividad reside todo el valor de la información (Citado por Martínez Albertos, 1983: 57).
En tal sentido, argumentamos que, en la práctica, no puede establecerse la objetividad, que depende en grado sumo de una interpretación de la realidad.
Se puede argumentar que la “interpretación periodística” está basada en lo que el medio propone, en la contextualización que se enmarca un hecho. Hay que considerar, además, que la tarea del periodista consiste principalmente en la manipulación lingüística del suceso, lo cual hace previsible que exista una interpretación manifiesta, que no es ingenua ni tampoco una relación “pura y simple”, sino que puede basarse en los siguientes aspectos:
El periodista escoge del hecho aquello que le resulte interesante remarcar.
Interpreta y traduce la unidad de acción y la enmarca en la noticia, seleccionando lo esencial en el leed (primer párrafo) y el título.
Trata de ambientar la información, utilizando los géneros del reportaje y la crónica, así como puede explicar o juzgar un acontecimiento (editorial, artículo, entre otros).
De este modo, se puede comprobar que una noticia puede ser analizada desde distintas ópticas. Aunque los medios puedan dar la misma información, difiere en su tratamiento. La objetividad de un hecho queda supeditada a la interpretación de la realidad que haga el periodista, en un doble juego de la subjetividad, por la manipulación de su estructura lingüística.
5.2.2. Método de interpretación de la realidad
En cuanto al método de la interpretación de la realidad, Lorenzo Gomis (1991: 35/47) enumera cinco supuestos a tener en cuenta para analizar un contenido periodístico, que permite estudiar al periodismo como una compleja estructura, a saber:
La realidad puede fragmentarse en períodos. El único período que se trata de interpretar es el actual, aunque puede valerse del pasado en una relación sincrónica no cronológica. Al unificar un período, el medio define el presente social.
La realidad puede fragmentarse en unidades completas e independientes (hechos), capaces de interpretarse en forma de textos breves y autónomos (noticias).
La realidad interpretada se asimila en tiempos variables por un público homogéneo.
La realidad interpretada debe encajar en un espacio (periódico) o tiempo (programación de radio y televisión) dados.
Para que el público capte la realidad y tome parte en ella, los medios se valen de una gama de filtros o formas convencionales (géneros periodísticos) que van de la información al comentario polémico.
En este contexto, el medio también se expresa mediante una ideología, en la forma de presentación del discurso y en la política editorial que sustenta.
5.2.3. Clasificación de la ideología
Los medios gráficos no están ausentes de la vinculación ideológica; no son neutrales, sino que participan activamente en la formación de la opinión pública, de acuerdo con su grado de incidencia en la sociedad tanto en forma vertical como horizontal.
Una de las connotaciones de más peso cuando se estudia un grupo editor, son los intereses a los que está ligado, ya sea que el grupo esté comprometido ideológicamente por razones comerciales, culturales, artísticas, políticas o religiosas (Martínez Valle, 1997: 83)
José A. León (1996: 122) considera importante reconocer que detrás de cada empresa periodística existen grupos financieros “quienes controlan la información” con el propósito de “crear” una “opinión pública favorable”, los que tratan de imponer un modelo de sociedad acorde con el sistema ideológico que definen los aspectos sociales y políticos.
Hay que considerar, además, los sistemas publicitarios, respaldados por grupos económicos privados y públicos que ejercen cierta presión e inciden notablemente en lo que se publica, ya que de la publicidad dependerá el sustento económico del medio.
Su objetivo principal es informar y persuadir a los lectores para adquirir los productos y servicios anunciados. En algunos casos un lector crítico puede detectar asociaciones tendenciosas entre la publicidad y las noticias recogidas en el informativo, así como publicidad encubierta, como podría ser la utilización en el deporte de determinadas marcas de productos (León, 1996: 123).
5.2.4. Modelos de ideologías
Para comprender dicha influencia, es necesario analizar los modelos de ideología, que se pueden representar de acuerdo con el siguiente esquema:
Moderada: Establece una participación activa que se convalida mediante una opinión equilibrada, analizando con cautela los aspectos positivos y negativos de los hechos sociales, políticos, culturales, etcétera.
Criteriosa: Se muestran disconformes con casi todo lo que ocurre y proyectan su opinión en una crítica que puede ser moderada, o bien, a ultranza.
Sensacionalista: Los juicios de valor reflejados en su opinión pueden ser extremos, apocalípticos, con cierto desdén o meramente publicitarios. La finalidad es llamar la atención.
Oficialista: La opinión no es constructiva, sino que lleva implícito un halago reiterado y constante al régimen político de turno.
Elitista: Muestra una marcada tendencia que se sustrae a ideas conservadoras, en especial, las que se ven favorecidas por un determinado régimen capitalista.
Partidista: Responde a las bases ideológicas de un partido opositor o de algún sector político que tiene poca participación. En algunos casos, la opinión no es relevante y se transforma en una mera especulación.
Populista: Centra su atención en la representatividad de la fuerza popular y mantiene ideales con fuertes convicciones.
Arribista: Intenta influir en la opinión pública con una fuerza de choque, enraizada en una tendencia hacia el oportunismo o revancha política.
Para analizar el perfil de un diario, se debe tener en cuenta estos lineamientos, que no son puros, sino que pueden combinarse de acuerdo con el grado de participación. Es prioritario tener un criterio amplio al momento de establecer la ideología que representa.
5.2.5. Política editorial
La política editorial se relaciona directamente con la ideología que profesa el medio, el cual responde a los intereses de los grupos económicos. Es necesario remarcar que el análisis que se haga es subjetivo, para lo cual se necesita tener un conocimiento profundo, a fin de establecer de qué modo los mecanismos ideológicos actúan en el modelo de sociedad que se proyecte.
Este mecanismo estará consensuado mediante el contenido y la forma.
El contenido adquiere relevancia en tres fases analíticas interrelacionadas, entre las que se encuentran la opinión del diario que se manifiesta por el editorial, los artículos, columnas, así como también de la participación de los lectores a través de sus cartas; la jerarquización del contenido prevalece por lo que se destaca, incluye u omite, lo que puede corroborarse leyendo las distintas secciones y los suplementos; y la titulación es otro de los elementos distintivos, que subraya dicha influencia, ya sea en el modo en que aparecen seleccionadas las tipografías o el tamaño que ocupa el titular en cuanto a su disposición en columnas.
La forma periodística puede ejercitarse por medio del estilo que se emplea en el contenido puede tener afinidades con lo agresivo, trivial, serio, etc., cuyas formas no son “puras” ni neutras, sino intencionadas y aparecen mezcladas o separadas en distintos suplementos; y la modalidad visual tiene una incidencia directa con la diagramación. Lo que se muestra como elementos gráficos ejercen una notoria influencia en el lector para captar su atención de manera directa. El texto que aparece publicado debe evaluarse con respecto a la distribución de la publicidad, los espacios en blanco, las calidades del papel y la impresión, fotografías, etcétera.
En tal sentido, es dable destacar que
sólo el acceso a diferentes medios de comunicación, nos dará una visión plural de los diferentes enfoques, sobre cuya base formarnos una opinión crítica de la realidad. Éste es un aspecto crucial a tener en cuenta en el aula. No debe leerse un periódico sin tener conocimiento previo de su identidad, objetivos y enfoques informativos. También resulta importante para el lector crítico conocer la fuente de la noticia y el grado de fiabilidad que nos merece, sobre todo si conocemos las tendencias. La riqueza o pobreza de los enfoques ofrecidos por un periódico también viene marcada por las fuentes informativas que emplea. Así, las fuentes de información de un periódico nos indican su dependencia o independencia con respecto a otras interpretaciones de la realidad (León, 1996: 124).
Este análisis dará como resultado que podamos constatar los distintos aspectos que permanecen ocultos y que se detectan mediante un análisis crítico para determinar cuáles son los elementos distintos, a fin de establecer de qué modo actúa la política editorial para enmascarar la realidad.
5.2.5. Perfil del lector
Este enunciado teórico es un mapa geográfico de coordenadas que intenta incursionar en el ritual cotidiano con instrumentos de comunicación activa en la vida de relación. Sin descartar la presencia de distintos medios y niveles de transmisión, para los fines del presente ensayo, se analizará el perfil del lector de un diario:
· El medio se masifica hacia un público heterogéneo en un amplio contexto en la selección previa de contenidos.
· El lector centra su atención en todo aquello que el medio le ofrece: noticias, actualidad, cultura, entretenimientos, etc. Su mirada se focaliza en distintas secciones que guían su lectura. Ateniéndose al formato del diario, el lector podrá formarse un modelo mental para recorrer las páginas, el cual será efectivo cuanto más frecuente sea la lectura, y que las secciones tengan una mayor estabilidad.
· La lectura no requiere de una experiencia estética previa, sino que se formula con un alcance ilimitado, de fácil comprensión en su estructuración lingüística.
· El lenguaje periodístico cumple con normas básicas limitativas de enunciación.
· El diario centra su atención en la noticia, sin descartar la opinión en dos grados de interpretación: por un lado, se establece el acontecimiento en un ámbito próximo (lugar, y las personas intervinientes); por el otro, sitúa al hecho como noticia y lo circunscribe a una realidad social. En este último caso, el lector conoce la realidad y la evalúa de acuerdo con la opinión manifiesta. “La interpretación de primer grado nos dice qué ha pasado: es descriptiva. La interpretación de segundo grado nos dice qué significa lo que ha pasado: es evaluativa” (Gomis, 1974: 13).
En esta compleja trama, el lector toma conciencia de su rol, satisface sus expectativas informándose del suceso, tomando como “verdad” ciertos aspectos que provoquen en él un cambio. La dimensión persuasiva se apoya en distintas intenciones para la formulación de significados y la construcción de un argumento sólido para que resulte comprensible, creíble y se memorice. En otros casos, su indiferencia puede acentuarse, quedando al margen de su influencia persuasiva. De igual modo, esta actitud es una forma de reacción, esperada por el medio, debido a la selección expresa del contenido. De la influencia que ejercen los medios de comunicación, nadie está ajeno. Se hace imperioso convivir con los medios.
Al afianzarse los medios masivos de comunicación social, produjeron notables cambios, llegando a crear la corriente denominada “posmoderna”, originada hace más de dos décadas. Los mensajes, hoy, pueden ser trasmitidos instantáneamente, incluso a través de cadenas satelitales. Nada ha quedado relegado a esta nueva cultura de masas.
1. HACIA UNA DEFINICIÓN
Los medios de comunicación (mass–media) pueden definirse como los mecanismos técnicos–culturales que hacen posible la difusión de mensajes en forma oral, impresa o audiovisual, desde una fuente determinada a un público o receptor. Son técnicos, porque sus posibilidades de aplicación lo hacen precisamente a través de sistemas mecánicos, electrónicos o computarizados, con un lenguaje propio, dirigidos hacia una nueva forma de interacción. Se consideran culturales, porque contribuyen a la formación educativa de la comunidad en que actúan.
Los medios de comunicación frecuentemente se identifican como instrumentos culturales que sirven para promover o influir en las actitudes, para estimular la difusión de modelos de comportamiento o para fomentar la integración social. A través de estos medios percibimos la realidad de manera mucho más extensa, intensa e inmediata. Pero también a estos mismos medios se les atribuye ese hipotético “cuarto poder” porque tienen en sus manos la fuerza y la capacidad de “hacer creer” e influir en las personas y en la configuración de la mentalidad de importantes sectores sociales. La posibilidad de acceder a la información resulta una tarea muy simple para cualquier persona que lo desee e, incluso, para aquella que no lo desee. Dado que estos instrumentos de difusión inciden de manera directa o indirecta en los valores comunes de la sociedad, también afectan, de manera consciente o no consciente, a los individuos produciendo importantes cambios en sus actitudes culturales. La prensa, radio y televisión influyen poderosamente en los conocimientos, ideas y conductas de las personas (León, 1996: 12-13).
Un análisis más complejo de este fenómeno es estudiado en el campo de la sociología. Al respecto, se estableció que la comunicación de masas hacía posible la existencia de canales de comunicación directos e indirectos, permitiendo que una información pueda ser transmitida a una gran audiencia, con importantes diferencias sociológicas.
La comunicación masiva, en tal sentido, se puede diferenciar de otros medios por sus características y elementos propios que, según Charles R. Wright, se establecen las siguientes condiciones:
a) Naturaleza del auditorio: La comunicación de masas está dirigida hacia un auditorio relativamente grande, heterogéneo y anónimo.
b) Naturaleza de la comunicación: La comunicación de masas se caracteriza por ser pública, rápida y transitoria. Esto se afirma en el hecho de que no va dirigida a nadie en especial, llega a grandes auditorios en forma simultánea y por lo general se hace en vista a un empleo inmediato y no para un registro permanente.
c) Naturaleza del comunicador: Aquí se destaca el hecho de que la comunicación de masas es organizada. A diferencia del artista individual o del escritor, el “comunicador trabaja a través de una compleja organización y de una gran división del trabajo.” (Citado por Schröeder y ot., 1977: 18)
2. CLASIFICACIÓN
Los medios de comunicación social pueden clasificarse en audiovisuales: TV, cine e Internet; escritos: prensa, revistas; oral: radio.
En cuanto a la prensa gráfica, puede apreciarse su función dentro de la formación de la opinión pública. Difunde noticias, informaciones, opiniones y pasatiempos como mercancía, ingresando en la producción comercial: una industria monopólica, abarcativa de todos los medios, ocupando un lugar destacado en cada uno de ellos.
La influencia de la radio, en cambio, es notoria, porque puede llegar en forma instantánea al oyente, con una pluralidad en el mensaje, clarificando ideas, con el propósito de fijar la credibilidad.
En lo que respecta a los medios audiovisuales, en especial la TV, genera una localización de su público, ya que es un medio que actúa con doble apoyatura: el sujeto oye el mensaje, que es complementado por las imágenes que clarifican el mensaje cifrado. Este medio posibilita una notable influencia, ya que atrapa la atención del espectador y genera, en algunos casos, la imitación de los personajes famosos que son vistos en la pantalla.
En el ámbito periodístico, los medios de comunicación actúan en concordancia para la difusión de un suceso: La radio anuncia, la TV muestra y el diario publica. En cada uno, el tratamiento de la información es distinto y no se puede hablar de competencia. Sólo existe en el caso de querer analizar cómo se obtiene la primicia en idénticos medios.
3. MEDIOS Y OPINIÓN PÚBLICA
Los medios de comunicación generan un periodismo dividido en tres sectores, de acuerdo con la pirámide de opinión: periodismo vertical, periodismo horizontal y periodismo horizontal–vertical.
El periodismo vertical puede ser de dos maneras: vertical ascendente, es el que llega desde el pueblo a la faz gubernamental, o vertical descendiente: desde los estratos gubernamentales al pueblo.
El periodismo horizontal es el que produce su acción dentro de un solo estrato, sin que influya en las áreas superior e inferior.
El periodismo vertical–horizontal, en cambio, no ataca a nadie, sino que va formando su opinión de manera horizontal, y converge o se mezcla con otra faz, la vertical, para actuar dentro de los sectores tanto superior como inferior.
4. PERIODISMO Y LITERATURA
El periodismo puede ser encuadrado dentro de los aspectos básicos de la comunicación pero, también, desde un enfoque sistémico, se lo puede estudiar para establecer un acercamiento entre periodismo y literatura.
El periodista utiliza el término “literatura” como sinónimo de bibliografía. También, por regla general, establece que podría encuadrarse dentro de un aspecto mucho más amplio: la opinión, contraponiéndolo al concepto de objetividad.
Pero lejos de esta sutil interpretación, lo literario tiene bases mucho más profundas y significativas:
1) Desde un aspecto comunicacional, es posible hallar una ubicación del periodismo con relación a la literatura.
2) Mediante un análisis exhaustivo de los géneros, un orden donde se ubica el periodismo literario y la literatura periodística, en torno a la noticia y la información, como modos de enunciación y discurso.
3) La historia, por su parte, refleja la discusión de los escritores ante la Real Academia Española, con el surgimiento del periodismo vinculado con la literatura.
4) Otro aspecto a considerar es la existencia de un periodista escritor y un escritor periodista.
5) En el estudio lingüístico, diversos autores establecen factores comunes entre literatura y periodismo, con un esquema de la problemática.
6) También es posible hallar una interpretación ambigua de los géneros.
7) Como último punto, se ofrece un punto de vista interesante en cuanto a la “búsqueda de una verdad” tanto en el periodismo como en la literatura.
Si se quiere diseñar un símbolo que represente la ubicación del periodismo entre la literatura y la comunicación, se elegiría a un árbol: las raíces, la comunicación (oral y escrita), el tronco, la literatura y las ramas, el periodismo. Esta idea surge de las palabras de José Acosta Montoro, quien afirma que el periodismo y la literatura “son como la rama y el tronco, que no pueden vivir por separado” (Acosta Montoro, 1973: 51). Tanto la literatura como el periodismo, se alimentan a su vez de la comunicación, ya que desde este punto de vista toda creación (periodística o literaria) puede ser considerada como una palabra global, que el lector llena de sentido, según su conocimiento de la lengua y su experiencia personal.
Desde sus orígenes, la literatura siempre alimentó al periodismo, puesto que las noticias constituían un pequeño centro de la información que ofrecían los periódicos.
Se pueden separar ambos lenguajes, en donde no es fácil encuadrar satisfactoriamente a la literatura o lo que se entiende por ella, o bien, al periodismo propiamente dicho. Aunque parezcan disímiles, tienen muchos puntos en común.
4.1. Acerca del periodismo
Si bien se puede incluir al periodismo dentro de los cánones básicos de la comunicación, entendido únicamente como el acto de “comunicar”, sería minimizar su función. En el ensayo Periodismo Educativo, se ha definido al periodismo como una necesidad comunicacional. Su trascendencia e importancia hace que este enfoque pueda ser analizados desde el ámbito de la historia, cifrando una paradoja.
El periodismo es la historia del presente y la literatura es el periodismo del pasado. Es lógico que, dentro del campo de la comunicación histórica, antes de investigar lo que hicieron los antepasados, interese al hombre saber lo que hacen sus contemporáneos. El tiempo convierte en historia lo que en “otrora” fue “periodismo” (Acosta Montoro, 1973: 73).
De esta manera, es posible concebir que sin el periodismo el hombre conocería su realidad a través de la literatura, mediante versiones orales e interpretaciones históricas y anécdotas.
4.2. Acerca de la literatura
En literatura, por regla general, se descuenta lo obvio: un poema, un cuento, una novela o una pieza teatral escrita; pero, ¿qué clasificación tendría un ensayo, una columna o un chimento de la farándula?
En las tradicionales definiciones de literatura: “compromiso”, (Sartre, 1962) “búsqueda de la subjetividad”, (Eliot, 1959) “de la imitación de la realidad–mimesis”, (Aristóteles, 1982) se sumaría la propuesta de Graciela Montes: un acercamiento entre la realidad y la fantasía. “La literatura es una búsqueda nueva, ni un sueñismo de fantasía divagante, ni el realismo mentiroso. Más bien exploración de la palabra, que es exploración del mundo y que incluye en un solo abrazo lo que suele llamarse realidad y lo que suele llamarse fantasía,” ya que no sólo el mundo del escritor estará lleno de sutilezas y belleza, sino que mediante la “exploración de la palabra” puede fomentar en los lectores “nuevas búsquedas internas” (Montes, 1990: 25).
La magnitud del trabajo artístico del escritor estará dada por la sola circunstancia de recrear la fantasía dentro de lo literario para que el lector pueda disfrutar de un goce estético, renovado en cada lectura.
4.3. Postulados
En otro orden de ideas, se pueden hallar otras posturas, como el caso de Octavio Aguilera, quien considera que “el periodismo no tiene nada que ver con la literatura” (Aguilera, 1992: 18), o bien, la propuesta de José Acosta Montoro:
El periodismo, medio de comunicación que se obliga por esencia al acercamiento a las masas, a su educación, a su formación, en la cultura que tiene como texto los periódicos, ha creado sus propios géneros directos, claros, terminantes, que son literatura en cuanto que propagan su estilo a las obras propiamente literarias, y sobre todo, en cuanto que se erigen en métodos formidables para reflejar la realidad humana (1973: 126).
En toda creación estética –el periodismo no es la excepción–, hay opiniones discordantes: no pretende ser una ciencia exacta.
En los casos planteados, se ha podido observar que, en el periodismo, la literatura se halla presente no sólo en aspectos que conforman los géneros, sino también en la preocupación por determinar su origen, correspondencia y análisis que ofrecen estos modelos discursivos. Dada sus características intrínsecas, se argumenta una transposición de lenguajes: por momentos, el discurso pretende ser netamente informativo (periodístico), por momentos, literario. Este trasvase lo convierte en ambiguo, y es difícil o casi imposible tomar a ultranza un concepto para llevarlo a la práctica.
También, se ha puesto de manifiesto que la visión del periodismo en la literatura no es analógica ni se puede realizar mediante comparaciones estilísticas. Más bien, se sumerge en una estructura integral, como si fueran las dos caras de la moneda, inseparables desde todo punto de vista.
A pesar de que el periodismo es considerado como una disciplina autónoma, independiente, que incursiona en la sociedad con una fuerte influencia, lo cierto es que la literatura cumple un rol fundamental para diferenciar los distintos aspectos, cuyos principios han sido reflejados desde la óptica propia del periodismo.
5. PRENSA GRÁFICA
La prensa gráfica ocupa un lugar de privilegio entre los medios y se hace necesario remarcar aquellos aspectos básicos que lo componen, para lo cual se pueden establecer las diferencias entre diario, periódico y revista.
El diario es una publicación periodística que aparece diariamente. Es de tipo informativo y, por tanto, debe ser actual, tratando de abarcar todos los temas en sus distintas facetas y ámbitos, con el propósito de difusión. Puede ser de aparición matutina o vespertina, divididos en suplementos y secciones. El formato del diario puede ser sábana o tabloide. Su contenido está conformado por noticias de interés general, comentarios, entretenimientos y publicidad. Cumple con el objetivo de llegar a una mayor cantidad de lectores y, por tal razón, es redactado de una manera ágil y dinámica. Tiene una triple finalidad: informar, formar y entretener.
El periódico es una publicación que aparece distanciada una de otra, es decir, en forma semanal, mensual, bimestral o semestral, y su lapso no puede pasar de un año. Sus ejemplares deben estar fechados, numerados y rotulados con un mismo título.
La revista puede ser definida como una
publicación periódica por cuadernos, con escritos sobre varias materias, o sobre una sola especialmente. La revista, que participa a la vez del libro y del diario, es, al miso tiempo, por su carácter, un órgano de información y un instrumento de cultura (Buonocore, 1976: 375).
En el mercado, existe una cantidad de publicaciones con distintos tipos de formatos y una variedad en cuanto a orientación y propósito. Se puede hacer una clasificación de este medio por su circulación, origen, especialización, contenido y finalidad.
5.1. Consumo de noticias
Es una realidad que estos medios se consolidan como empresas comerciales, y las noticias ingresan en el circuito de producción, circulación y consumo.
En cuanto a la producción, se puede establecer que la noticia es un producto de una actividad especializada, la materia prima con que se elaboran los periódicos, noticiosos, etc., y que es aceptado públicamente de este modo.
En lo que respeta a la circulación, existen distintos canales que se entrelazan para que la información pueda llegar a un lector, oyente o espectador, en los que se suma Internet.
A esto se le adiciona el consumo, vinculado con la visión de un lector potencial. Este circuito integrador también se basa en la transnacionalización de los medios de comunicación, que provoca una homogenización de contenidos y de formas, teniendo como objetivo la comercialización de la noticia como producto.
Igualmente, no podemos descartar que las noticias ayudan a construir la realidad social e impera como un fenómeno que se inscribe en el relato de sucesos.
La realidad social está supeditada, en gran medida, a la influencia de los medios masivos de comunicación, instrumentos que posibilitan una referencia ineludible en torno a la función política y repercusión masiva. La realidad puede percibirse en la medida que el hecho trasciende y se defina en un contexto social.
Pero en este circuito de producción–circulación–consumo, lo que hay que determinar es un amplio margen de error de la información que se procesa. No todo lo que se publica o comenta puede ser veraz, sino que también las noticias pueden ser inventadas, erróneas o especulativas. Del lector crítico, dependerá la creencia de lo escrito, en especial cuando hayan desmentidos, rectificaciones, o bien, se reconocen que son rumores no confirmados.
En definitiva, los medios incluyen, excluyen y jerarquizan la información, a través de ese procesamiento del aluvión informativo procedente de diferentes fuentes, confeccionan la agenda temática que responde a los intereses del lector implícito del medio periodístico (muchas veces constituido por un conglomerado de medios gráficos y audiovisuales enlazado a diversos sectores de poder) (Marino, 1999: 37).
5.2. Ideología en los medios
La palabra ideología, al separarse en dos sílabas, encuentra su significado en las raíces de los vocablos que la componen: ideo = idea y logía = estudio, es decir, un estudio de las ideas. Theodor Geiger (1972: 18), completando esta definición, expresa que es el estudio de las “creaciones mentales por oposición al estudio de las cosas materiales y los fenómenos de la percepción”.
Siguiendo los lineamientos del ensayo Elementos para la teoría de la ideología, la ideología puede ser interpretada desde “el carácter contradictorio de la realidad y permite ser definido como un soporte necesario para el desarrollo de toda actividad social, dada una realidad contradictoria” (Echeverría y ot., 1974: 11). Interpretando este pensamiento, los hombres se ajustan a lo que la sociedad les impone: un equilibrado sistema de normas que regulan su proceder en total armonía. Su postulado: “negar las contradicciones de clase”, homogeneiza sus diferencias con la realidad; al no haber clases sociales, no existen para la sociedad, aunque estén definidas en su contexto.
Se encuentra, además, la llamada “ideología de clases” que está constituida a partir de los intereses de la clase dominante y por oposición a la de la clase dominada.
Éstas tendrían, de acuerdo con sus intereses, a superar las condiciones de explotación existentes, y, por lo tanto, a resolver la contradicción de clases vigente, lo que demostraría que, en ese nivel, se está en condiciones de resolver prácticamente esa contradicción (Ibíd. Pág. 12).
Otro aspecto a considerar es la “ideología como inversión de la realidad”, cuya falsa conciencia de la ideología sigue siendo una expresión, que logra existencia real gracias a esta aparente antinomia. Si bien, la ideología deforma la
realidad y falsea la conciencia, por otra parte, expresa tal realidad. El contenido ideológico representa la captación de una realidad, que no se crea a partir de la nada, pero al mismo tiempo, por su intermedio el objeto se distorsiona […] (Ibíd.. Pág. 12)
Esta inversión de la realidad comprende a la ideología como una significación de lo presente, porque a pesar de su discurso no se pueden esconder los aspectos irreconciliables de su propia contradicción.
En el marco de la sociedad capitalista, se puede determinar el papel que desempeña la mercancía en los estratos y en los aparatos ideológicos. Karl Marx lo denominó “fetichismo de la mercancía”, y por medio de su proyección define el trabajo de los hombres “como si fuese un carácter material de los propios productos, […] un don natural social de estos objetos” (citado por Echeverría y ot., 1974: 12). En este entorno, se encuentra presente la ideología de dominación de clases: base fundamental de todo capitalismo. Tales formas expresan, en sentido de “ideologización de conciencia”, una cosificación.
La inversión ideológica no puede orientarse en cualquier sentido, debe mostrar lo que ocurre en la realidad del proceso productivo, que es lo que naturalmente debe ocurrir, dadas las cualidades de los elementos que allí intervienen (Ibíd. Pág. 18).
Dicho equilibrio debe provenir del sistema de los “precios” que se regulan en el mercado de valores.
Por último, la ideología se la puede ver como “la negación de la inversión”, creada como una máscara ante la realidad, que logra alcanzar un grado de legitimación.
La ideología no puede ser considerada en cuanto tal, pues, sería irrelevante en la conciencia de los hombres, los cuales estarían en condiciones de descubrir su capacidad enajenante, mistificadora y podrían evitar la enajenación. Es necesario que ella permita ser captada como verdadera captación de la realidad. Por eso creemos importante destacar que negar la inversión que se da en la ideología, es, asimismo, algo específico y absolutamente necesario del fenómeno ideológico (Ibíd. Pág. 24).
En la actualidad, la palabra ideología desenmascara un doble discurso. En política se la utiliza con frecuencia para desacreditar al oponente, y en los medios de comunicación para “evadirse de la realidad”, o bien, para mostrar como falacia la combinación: realidad-verdad. La ideología, al oponerse a la realidad, adquiere significaciones ambiguas y en muchos casos contradictorias, aunque no lo parezca. Dependerá, en grado sumo, del contenido del discurso para determinar cuál es la realidad circundante: el grado de objetividad, el método de interpretación de la realidad, a fin de determinar una clasificación, por la cual se pueden determinar a que ideología responde el medio, y la implementación de la política editorial para designar, por último, el perfil del lector.
5.2.1. La objetividad
La imagen, en el sentido antropológico del término, que se obtiene del otro, lo otro y los otros, llega a tomar los alcances de una interacción activa del sujeto–objeto–de–la–relación, es decir que el suceso que trasciende como noticia debe responder a los alcances de un interés público. Alfonso Albala señala que es el
condicionamiento expresivo del medio que hace cauce al mensaje y la vía del conocimiento que, para el término objeto de la relación periodística, supone el mensaje. Contrariamente a lo que ocurre en cualquier otro tipo de comunicación, en la que aquí nos ocupa es el término objeto, quien condiciona, de un modo absoluto, la relación periodística. El medio natural –el habla– es prácticamente el mismo. Cambia la intencionalidad como iniciativa y cambia, sobre todo, su receptor humano, dada la situación sociológica, desde la que condiciona este modo peculiar de comunicación (1970: 26).
La transferencia de signos, en tal sentido, es multifacética y abarcativa, siendo la objetividad del hecho que se informa la piedra angular del periodismo, tanto de los medios como del periodista. Es un postulado que tuvo su origen en el periodismo norteamericano y, luego, pasó a Latinoamérica. Julio A. del Río Reynaga considera que
es un atributo que se considera consubstancial de la información. Sin la objetividad no hay información, o desmedre ésta. La objetividad es la relación neutra que hace un periodista de un hecho o de una opinión sin que introduzca su comentario personal. Es, en suma, relatar con exactitud el objeto que se observa (1991: 47).
En disconformidad con esta postura, el profesor Francisco Fattorrello está convencido que es un doble juego subjetivista, ya que hay que tomar muy en cuenta a la hora de hablar de esa “utopía llamada objetividad de la noticia”.
La interpretación como complemento subjetivo del promotor y la interpretación no menos subjetiva del receptor, es lo que hay que tomar en cuenta para estos casos, (y añade:) el fenómeno de la información resulta doblemente subjetivo si se tiene en cuenta que los sujetos opinantes son dos en el ámbito de la misma relación y percepción de lo que es el objeto de la información, como se ha visto. Esta subjetividad de las informaciones se repite hasta el infinito, puesto que el fenómeno de la información se renueva sin límites, es un sucederse continuo, ininterrumpido de relaciones. En esta subjetividad reside todo el valor de la información (Citado por Martínez Albertos, 1983: 57).
En tal sentido, argumentamos que, en la práctica, no puede establecerse la objetividad, que depende en grado sumo de una interpretación de la realidad.
Se puede argumentar que la “interpretación periodística” está basada en lo que el medio propone, en la contextualización que se enmarca un hecho. Hay que considerar, además, que la tarea del periodista consiste principalmente en la manipulación lingüística del suceso, lo cual hace previsible que exista una interpretación manifiesta, que no es ingenua ni tampoco una relación “pura y simple”, sino que puede basarse en los siguientes aspectos:
El periodista escoge del hecho aquello que le resulte interesante remarcar.
Interpreta y traduce la unidad de acción y la enmarca en la noticia, seleccionando lo esencial en el leed (primer párrafo) y el título.
Trata de ambientar la información, utilizando los géneros del reportaje y la crónica, así como puede explicar o juzgar un acontecimiento (editorial, artículo, entre otros).
De este modo, se puede comprobar que una noticia puede ser analizada desde distintas ópticas. Aunque los medios puedan dar la misma información, difiere en su tratamiento. La objetividad de un hecho queda supeditada a la interpretación de la realidad que haga el periodista, en un doble juego de la subjetividad, por la manipulación de su estructura lingüística.
5.2.2. Método de interpretación de la realidad
En cuanto al método de la interpretación de la realidad, Lorenzo Gomis (1991: 35/47) enumera cinco supuestos a tener en cuenta para analizar un contenido periodístico, que permite estudiar al periodismo como una compleja estructura, a saber:
La realidad puede fragmentarse en períodos. El único período que se trata de interpretar es el actual, aunque puede valerse del pasado en una relación sincrónica no cronológica. Al unificar un período, el medio define el presente social.
La realidad puede fragmentarse en unidades completas e independientes (hechos), capaces de interpretarse en forma de textos breves y autónomos (noticias).
La realidad interpretada se asimila en tiempos variables por un público homogéneo.
La realidad interpretada debe encajar en un espacio (periódico) o tiempo (programación de radio y televisión) dados.
Para que el público capte la realidad y tome parte en ella, los medios se valen de una gama de filtros o formas convencionales (géneros periodísticos) que van de la información al comentario polémico.
En este contexto, el medio también se expresa mediante una ideología, en la forma de presentación del discurso y en la política editorial que sustenta.
5.2.3. Clasificación de la ideología
Los medios gráficos no están ausentes de la vinculación ideológica; no son neutrales, sino que participan activamente en la formación de la opinión pública, de acuerdo con su grado de incidencia en la sociedad tanto en forma vertical como horizontal.
Una de las connotaciones de más peso cuando se estudia un grupo editor, son los intereses a los que está ligado, ya sea que el grupo esté comprometido ideológicamente por razones comerciales, culturales, artísticas, políticas o religiosas (Martínez Valle, 1997: 83)
José A. León (1996: 122) considera importante reconocer que detrás de cada empresa periodística existen grupos financieros “quienes controlan la información” con el propósito de “crear” una “opinión pública favorable”, los que tratan de imponer un modelo de sociedad acorde con el sistema ideológico que definen los aspectos sociales y políticos.
Hay que considerar, además, los sistemas publicitarios, respaldados por grupos económicos privados y públicos que ejercen cierta presión e inciden notablemente en lo que se publica, ya que de la publicidad dependerá el sustento económico del medio.
Su objetivo principal es informar y persuadir a los lectores para adquirir los productos y servicios anunciados. En algunos casos un lector crítico puede detectar asociaciones tendenciosas entre la publicidad y las noticias recogidas en el informativo, así como publicidad encubierta, como podría ser la utilización en el deporte de determinadas marcas de productos (León, 1996: 123).
5.2.4. Modelos de ideologías
Para comprender dicha influencia, es necesario analizar los modelos de ideología, que se pueden representar de acuerdo con el siguiente esquema:
Moderada: Establece una participación activa que se convalida mediante una opinión equilibrada, analizando con cautela los aspectos positivos y negativos de los hechos sociales, políticos, culturales, etcétera.
Criteriosa: Se muestran disconformes con casi todo lo que ocurre y proyectan su opinión en una crítica que puede ser moderada, o bien, a ultranza.
Sensacionalista: Los juicios de valor reflejados en su opinión pueden ser extremos, apocalípticos, con cierto desdén o meramente publicitarios. La finalidad es llamar la atención.
Oficialista: La opinión no es constructiva, sino que lleva implícito un halago reiterado y constante al régimen político de turno.
Elitista: Muestra una marcada tendencia que se sustrae a ideas conservadoras, en especial, las que se ven favorecidas por un determinado régimen capitalista.
Partidista: Responde a las bases ideológicas de un partido opositor o de algún sector político que tiene poca participación. En algunos casos, la opinión no es relevante y se transforma en una mera especulación.
Populista: Centra su atención en la representatividad de la fuerza popular y mantiene ideales con fuertes convicciones.
Arribista: Intenta influir en la opinión pública con una fuerza de choque, enraizada en una tendencia hacia el oportunismo o revancha política.
Para analizar el perfil de un diario, se debe tener en cuenta estos lineamientos, que no son puros, sino que pueden combinarse de acuerdo con el grado de participación. Es prioritario tener un criterio amplio al momento de establecer la ideología que representa.
5.2.5. Política editorial
La política editorial se relaciona directamente con la ideología que profesa el medio, el cual responde a los intereses de los grupos económicos. Es necesario remarcar que el análisis que se haga es subjetivo, para lo cual se necesita tener un conocimiento profundo, a fin de establecer de qué modo los mecanismos ideológicos actúan en el modelo de sociedad que se proyecte.
Este mecanismo estará consensuado mediante el contenido y la forma.
El contenido adquiere relevancia en tres fases analíticas interrelacionadas, entre las que se encuentran la opinión del diario que se manifiesta por el editorial, los artículos, columnas, así como también de la participación de los lectores a través de sus cartas; la jerarquización del contenido prevalece por lo que se destaca, incluye u omite, lo que puede corroborarse leyendo las distintas secciones y los suplementos; y la titulación es otro de los elementos distintivos, que subraya dicha influencia, ya sea en el modo en que aparecen seleccionadas las tipografías o el tamaño que ocupa el titular en cuanto a su disposición en columnas.
La forma periodística puede ejercitarse por medio del estilo que se emplea en el contenido puede tener afinidades con lo agresivo, trivial, serio, etc., cuyas formas no son “puras” ni neutras, sino intencionadas y aparecen mezcladas o separadas en distintos suplementos; y la modalidad visual tiene una incidencia directa con la diagramación. Lo que se muestra como elementos gráficos ejercen una notoria influencia en el lector para captar su atención de manera directa. El texto que aparece publicado debe evaluarse con respecto a la distribución de la publicidad, los espacios en blanco, las calidades del papel y la impresión, fotografías, etcétera.
En tal sentido, es dable destacar que
sólo el acceso a diferentes medios de comunicación, nos dará una visión plural de los diferentes enfoques, sobre cuya base formarnos una opinión crítica de la realidad. Éste es un aspecto crucial a tener en cuenta en el aula. No debe leerse un periódico sin tener conocimiento previo de su identidad, objetivos y enfoques informativos. También resulta importante para el lector crítico conocer la fuente de la noticia y el grado de fiabilidad que nos merece, sobre todo si conocemos las tendencias. La riqueza o pobreza de los enfoques ofrecidos por un periódico también viene marcada por las fuentes informativas que emplea. Así, las fuentes de información de un periódico nos indican su dependencia o independencia con respecto a otras interpretaciones de la realidad (León, 1996: 124).
Este análisis dará como resultado que podamos constatar los distintos aspectos que permanecen ocultos y que se detectan mediante un análisis crítico para determinar cuáles son los elementos distintos, a fin de establecer de qué modo actúa la política editorial para enmascarar la realidad.
5.2.5. Perfil del lector
Este enunciado teórico es un mapa geográfico de coordenadas que intenta incursionar en el ritual cotidiano con instrumentos de comunicación activa en la vida de relación. Sin descartar la presencia de distintos medios y niveles de transmisión, para los fines del presente ensayo, se analizará el perfil del lector de un diario:
· El medio se masifica hacia un público heterogéneo en un amplio contexto en la selección previa de contenidos.
· El lector centra su atención en todo aquello que el medio le ofrece: noticias, actualidad, cultura, entretenimientos, etc. Su mirada se focaliza en distintas secciones que guían su lectura. Ateniéndose al formato del diario, el lector podrá formarse un modelo mental para recorrer las páginas, el cual será efectivo cuanto más frecuente sea la lectura, y que las secciones tengan una mayor estabilidad.
· La lectura no requiere de una experiencia estética previa, sino que se formula con un alcance ilimitado, de fácil comprensión en su estructuración lingüística.
· El lenguaje periodístico cumple con normas básicas limitativas de enunciación.
· El diario centra su atención en la noticia, sin descartar la opinión en dos grados de interpretación: por un lado, se establece el acontecimiento en un ámbito próximo (lugar, y las personas intervinientes); por el otro, sitúa al hecho como noticia y lo circunscribe a una realidad social. En este último caso, el lector conoce la realidad y la evalúa de acuerdo con la opinión manifiesta. “La interpretación de primer grado nos dice qué ha pasado: es descriptiva. La interpretación de segundo grado nos dice qué significa lo que ha pasado: es evaluativa” (Gomis, 1974: 13).
En esta compleja trama, el lector toma conciencia de su rol, satisface sus expectativas informándose del suceso, tomando como “verdad” ciertos aspectos que provoquen en él un cambio. La dimensión persuasiva se apoya en distintas intenciones para la formulación de significados y la construcción de un argumento sólido para que resulte comprensible, creíble y se memorice. En otros casos, su indiferencia puede acentuarse, quedando al margen de su influencia persuasiva. De igual modo, esta actitud es una forma de reacción, esperada por el medio, debido a la selección expresa del contenido. De la influencia que ejercen los medios de comunicación, nadie está ajeno. Se hace imperioso convivir con los medios.
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