domingo, 30 de marzo de 2008

ASPECTO PEDAGÓGICO

Una vieja herencia del “enciclopedismo” marca un hito en la educación, a veces, difícil de superar. Las tareas que realiza el alumno pueden ser catalogadas como escolares, debido a que su sola mención hace que sean vistas como tediosas y aburridas, desconectadas de la realidad. Se aprende a leer en textos resumidos y esquemáticos, se aplican fórmulas mediante ejercicios didácticos y se emplea la oración perfecta en un análisis gramatical.
En cada ciclo lectivo, el docente apela a una práctica ritual, sin mayores variantes. No sólo se cumple con el dictado de una clase, sino que se ejerce una función reproductivista, dejando de lado otros aspectos que pueden resultar beneficioso para los alumnos: creatividad, imaginación y espontaneidad.
Otro tema importante, vinculado con esta práctica, se refiere al conocimiento escolar que, por lo general, no tiene sentido para el alumno, ya que no satisface sus propios intereses. Se piensa en él cuando se lo aplica a una actividad específica o para rendir un examen. Después desaparece o se distorsiona al momento de querer recordar un dato.
En el antiguo modelo educativo, se evidencia una clara dicotomía entre los conocimientos aplicados en la escuela y los que se necesita para la vida. Muy bien lo señala D. Perkins, en su artículo Las campanas de alarma, al analizar con ejemplos concretos lo aprendido en el aula, al momento de aplicar los conocimientos de cultura general. Elabora un diagnóstico sorprendente. Una persona no recuerda con exactitud la formulación de una teoría, o bien, su confusión llega a un extremo que se transforma en un conocimiento distorsionado y, a veces, carente de sentido. Organiza su exposición examinando las grandes deficiencias de la educación, cuyos síntomas son:
El conocimiento frágil (los estudiantes no recuerdan, no comprenden o no usan activamente gran parte de lo que supuestamente han aprendido), y el pensamiento pobre (los estudiantes no saben pensar valiéndose de lo que saben) (Perkins, 1997: 32).
Llega a una sutil conclusión al establecer que todo el problema del conocimiento implica algo más que un olvido, considerando que el “conocimiento frágil” es una enfermedad en su totalidad, ya que el conocimiento de los estudiantes, generalmente, es frágil en diversos e importantes aspectos:
§ Conocimiento olvidado: En ocasiones, buena parte del conocimiento, simplemente, se esfuma.
§ Conocimiento inerte: A veces se lo recuerda, pero es inerte. Permite a los estudiantes aprobar los exámenes, pero no se lo aplica en otras situaciones.
§ Conocimiento ingenuo: El conocimiento suele tomar la forma de teorías ingenuas o estereotipos, incluso luego de haber recibido el alumno una instrucción considerable, destinada especialmente a proporcionar mejores teorías y a combatir los estereotipos.
§ Conocimiento ritual: Los conocimientos que los alumnos adquieren tienen con frecuencia un carácter ritual que sólo sirve para cumplir con las tareas escolares (Perkins, 1997: 36/7).
Pedro Maya Arango analiza esta situación y, desde su postura, llega a establecer idénticos resultados:
los estudiantes son capaces de repetir los conceptos aprendidos en las aulas escolares, pero son incapaces de resolver los problemas que se les presentan en su diario vivir. Juzgan con precipitud y sin un previo análisis los fenómenos sociales en los cuales les toca desempeñarse por carencia de visiones más holísticas y complejas para mirar tales fenómenos. Análogamente, los problemas morales y éticos son tratados en forma relativa y simplista sin enfrentarlos racionalmente, arguyendo sus posiciones personales e individualistas, sin ninguna reflexión y consideración por los puntos de vista del otro, o lo que es lo mismo, sin referencia por la otredad y su sentido comunitario (2000: 42).
Haciendo una comparación de opiniones, se puede afirmar que este conocimiento frágil es el producto de un esquema aplicado por los alumnos: se estudia para aprobar una materia y en muchas ocasiones para “zafar” de una situación conflictiva.
Guiados por semejante estrategia, es indudable que los estudiantes no organizan sus conocimientos mediante tesis o argumentos reflexivos. Además, ni siquiera saben relacionar y aplicar los conocimientos que poseen (¡Otra vez el conocimiento inerte!) […] La pereza mental de los alumnos se pone en evidencia hasta en el viejo método de estudiar de memoria […] Pero quizá el bajo rendimiento tenga por causa la poca afinidad con la enseñanza que se les imparte (Perkins, 1997: 40).
Esto pone en evidencia el desinterés del alumno por lo que se le impone, sin que se los pueda motivar hacia la búsqueda de nuevos conocimientos.
Con la implementación de la Reforma Educativa, se pretende establecer que los temas curriculares se vinculen con la realidad, que el alumno tenga una participación activa y no se transforme en un mero espectador de su formación intelectual y personal. El modelo que se intenta superar es el que trata de dar al alumno una información libresca, que le permite únicamente “conceptuar conceptos” y en la que el niño o el adolescente se lo instruya en un aprendizaje que le sirve para la escuela, poniendo la vida entre paréntesis. Educar no es sólo brindar una instrucción sumaria del conocimiento, sino una formación integral del alumno que le permita crecer como persona y redescubrir sus potencialidades.
A pesar de que se intente salir del viejo esquema, a fin de cambiar el rumbo en la educación, algunas de estas prácticas quedan latentes, como el caso del libro de texto.
Para realizar cualquier cambio, es necesario tener en cuenta que
muchas de las innovaciones logradas en estos últimos años, han sido simples transformaciones de forma pero no de fondo a los proyectos curriculares y planes de estudio, sin profundizar en el problema del conocimiento y las exigencias que éste supone en la estructuración de la personalidad de los individuos (Maya Arango, 2000: 42).
Es aquí donde se necesita rever como “perspectiva” un cambio de actitud del docente para con los alumnos, a fin de aplicar una moderna metodología acorde con la realidad circundante, es decir, el pensamiento significativo, teniendo en cuenta los conocimientos previos de los alumnos que se basan en conceptos, actitudes y procedimientos. Siguiendo los lineamientos de José A. León, es necesario tomar conciencia de que existen cuatro factores fundamentales que impiden su no disponibilidad: una falta de atención; la falta de motivación; la distancia entre el conocimiento escolar y el conocimiento real, para lo cual el alumno recurre a una memorización ritual; y una falla en la planificación para aplicar los nuevos contenidos, lo que supone un serio impedimento para que los alumnos se den cuenta de que es necesario movilizar sus conocimientos previos. Así, la falta de relación entre áreas, una excesiva fragmentación de las actividades, pueden hacer muy penosa la tarea de detectar qué conocimientos previos son importantes para entrar en contacto con los nuevos contenidos (León, 1996: 23).
Para ello, se pueden integrar cinco aspectos que pueden considerarse para la aplicación del periodismo como recurso pedagógico: lectura del diario, escritura de géneros, taller de periodismo, ) pensamiento periodístico y opinión pública.

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