domingo, 30 de marzo de 2008

Redacción periodística

Según la opinión de Martín Vivaldi, redactar, etimológicamente, significa compilar o poner en orden; en un sentido más preciso, consiste en expresar por escrito los pensamientos o conocimientos ordenados con anterioridad. Redactar bien es construir la frase con exactitud, originalidad, concisión y claridad (1986: 14).

La redacción periodística queda conformada por la utilización de distintos elementos: lenguaje, orden del relato y la aplicación de un estilo. Este compendio sintetiza una apropiación de reglas y una estructura en la que es preciso conferir un grado de significación.

1. DEFINICIÓN DEL LENGUAJE

El lenguaje puede ser definido como la facultad que posee el hombre para comunicarse con los demás hombres mediante sonidos articulados. Es la unión de la lengua más el habla, de las realizaciones abstractas sistemáticas con la realización social del sistema. Como se desprende de esta definición, el lenguaje es el elemento clave para la vida intelectual del hombre y el desarrollo de la ciencia y la cultura.

Los hechos del lenguaje,[1] relacionados en una doble vía entre los hechos y la identidad cultural, crean el valor de uso de los términos en cuanto al contexto y ambiente de acción.

1.1. Lenguaje oral y lenguaje escrito
Hay que tener en cuenta que el lenguaje puede ser oral y escrito. Nadie escribe como habla, porque al hablar nos permitimos utilizar redundancias y un fraseo incondicional, lejos de respetar las leyes gramaticales. A veces, lo que no decimos con palabras puede estar representado con los gestos, creando, a su vez, un metalenguaje complementario a nuestro discurso.

Cuando se estudia el habla, se buscan las características comunes de una gran diversidad de funciones generales subyacentes, que permiten establecer las categorizaciones funcionales que operan en el sistema. Intuitivamente, se sabe que existe una diferencia marcada entre el lenguaje oral y lenguaje escrito. Para poder entender su funcionamiento, es necesario recurrir a un esquema de contenido, del cual se puede establecer:

A) Lenguaje oral: Es utilizado para la comunicación interpersonal y cotidiana, de base común, en el que se reconocen los siguientes aspectos:
- La informalidad en los dichos, es decir, no está estructurado como el lenguaje escrito.
- Los códigos lingüísticos que se manejan sólo pueden ser interpretados por la comunidad a la que pertenecen los hablantes.
- Se pueden inventar palabras que definen una situación específica, como por ejemplo, vacacionar.
- Intervienen en el discurso otros elementos complementarios para la transmisión de ideas: gestos, tono de voz, señas, etcétera.
- La conversación no se interrumpe, sino que se puede disgregar hacia otros temas.
- El vocabulario que se emplea es restringido y, a veces, muy rudimentario.
- Se finaliza la conversación cuando ambos interlocutores deciden hacerlo.

B) Lenguaje escrito: Es considerado como “tradicional”, ya que regula los aspectos formales de la lengua. Se reconocen las siguientes características:
- El empleo de reglas para la sintaxis y ortografía que se establecen en el discurso.
- El uso extensivo de vocablos “cultos” y “técnicos”, incluso la aplicación de neologismos aceptados por la comunidad académica.
- El empleo de la formalidad como regla específica y el uso de los géneros para establecer el enfoque comunicativo.
- Una marcada tendencia hacia lo específico, en lo que respecta a la idea central del discurso.
- Enriquecimiento del idioma por el manejo y uso de determinados conceptos.
- Cuando se escribe, se piensa en un posible lector o en uno específico que leerá el escrito.
- El redactor, mediante el empleo de un género, decide la finalización del discurso, ya sea a modo de cierre o en forma anticipada.
En la práctica social, aunque podamos identificarlos plenamente, su uso es indistinto. Muchas veces, los pensamientos escritos pueden contener marcas orales y la contextualización oral estará dada por el uso intensivo de signos que representan una situación comunicativa, que puede ser ambigua en un contexto determinado.

1.2. Lenguaje periodístico
Es posible conceptuar al lenguaje periodístico como la materia prima que el periodista utiliza a diario, mediante la incorporación de un conjunto de palabras y expresiones que definen su personalidad y la del medio en que desarrolla su tarea. Puede ser clasificado como un lenguaje no literal, próximo a las hablas coloquiales de los sectores cultos. Según Martínez Albertos, las notas ideales del lenguaje periodístico escrito pueden sintetizarse en el siguiente orden:
1) Corrección (lengua no literal, próxima a la lengua coloquial culta).
2) Concisión (frases cortas, de 30 a 35 sílabas por frase; con 16, 17 palabras).
3) Claridad (verbos adecuados en forma activa y modo indicativo).
4) Captación del receptor (mediante un lenguaje expresivo, desde las primeras líneas).
5) Lenguaje de producción colectiva (el resultado final se brinda a los lectores).
6) Lenguaje mixto. La pluralidad de los códigos concurrentes hace que los diferentes lenguajes se condicionen entre sí. El código rector también surge del influjo de los códigos menores (Citado por Santamaría, 1990: 25).

En tal sentido, el lenguaje periodístico debe basarse en un hecho real, para lo cual se establece mediante la aplicación de una estructura discursiva, cuyos principios básicos son los siguientes:
Se remarca un teleorema estético noético, es decir, un hecho lingüístico destinado a comunicar lo que pasa.

Existe una claridad comunicativa para una interpretación próxima.

La construcción de las frases hace que su estilo sea cautivante para el lector desde las primeras líneas.

Su producción provoca una pluralidad de códigos concurrentes.

Estas características constituyen el motivo fundamental para el análisis del contexto estructural, que servirá de base para argumentar los significantes de una verdad en el relato, cuyos alcances se transforman por la sola presentación del discurso.

Un caso intermedio sería vincular tanto al discurso como el texto en un estudio global para reubicarlos en una contextualización de género, por la cual, analizando este último, se puede observar los efectos que provoca la materialización del primero.
[1] El lenguaje es la facultad que posee el hombre para comunicarse con los demás hombres mediante sonidos articulados. Es la unión de la lengua más el habla, de las realizaciones abstractas sistemáticas con la realización social del sistema. Seria también el conjunto de señales que dan a entender algo: el lenguaje de los ojos, las flores, los animales, los signos. Como se desprende de esta definición, el lenguaje es el elemento clave para la vida intelectual del hombre y el desarrollo de la ciencia y la cultura.
1.3. Vocablos técnicos
El desarrollo vertiginoso de la ciencia y la técnica han hecho propicia la creación de neologismos, cuya lógica se remite a la lengua inglesa considerada en la actualidad como universal. La utilización de términos técnicos resulta indispensable y, en muchos casos, deben usarse en el idioma original, ya que no admiten traducciones. El adjetivo técnico, según el diccionario, se aplica a las palabras o expresiones empleadas exclusivamente, y con sentido distinto de lo vulgar; es el lenguaje propio del arte, la ciencia, los oficios… De ahí que, en el lenguaje técnico, los vocablos especializados son absolutamente insustituibles y no pueden ser retirados del texto para colocar otros que actúen como sinónimos o casi sinónimos, pues, éstos no pueden existir. El uso extensivo y social de una significación precisa resulta necesario para evitar confusiones.

A su vez, es posible identificar una gran variedad de lenguajes, entre los que se destacan: científico, técnico, computacional, antropológico, etc. El periodismo no constituye una excepción, ya que se ha creado en su entorno un vocabulario específico que definen los términos técnicos (Ej. Columna). En igual medida, requiere que el periodista pueda aprender a utilizarlos de manera apropiada, así como también, el correcto uso del lenguaje español, en cuanto a la sintaxis y ortografía.

1.4. Lugares comunes
En el lenguaje, un lugar común se refiere a las distintas frases que, por su popularidad, se han convertido en una expresión agotada.

El lugar común es más y menos que una banalidad: es una banalidad, pero a veces ineludible; es una banalidad, pero tan universalmente aceptada que toma el nombre de verdad. La mayor parte de las verdades que corren por el mundo (las verdades son buenas corredoras) pueden ser vistas como lugares comunes, es decir, asociaciones de ideas comunes a un gran número de hombres, que casi ninguno de esos hombres osaría quebrar de manera deliberada (de Gourmont R, 1900: 84-85) (citado por Amossy y ot., 2001: 24).

El origen de estas frases fue en su momento ingenioso y con un tinte poético. Hoy se emplean como tópicos. No existe una norma gramatical que condene su empleo, pero se las debe evitar, reemplazándolas por otras más significativas y comunes, pero no agotadas por el uso.

Como ejemplos podemos citar: la primavera de la vida (refiriéndose a la juventud), incendio de pastos naturales, no sin esfuerzo, denodado interés, desenlace fatal, buscar la felicidad, sueños imposibles, tensa calma, rauda marcha, héroe por azar, airosa revancha de la vida, celosa cautela, la lucha por la justicia, verborragia injuriosa, los agentes del orden, etcétera.

Otra clasificación de lugares comunes es la típica muletilla, que se emplea como una frase acomodada en cualquier discurso, insustancial y carente de sentido. Este tipo de expresiones no deben ser transcriptos literalmente en el caso de las entrevistas. Ejemplos: ¡Bueno!, agarro, a nivel, ¿viste?, o sea, nada, pasa por, es como que, interesante, etcétera.

2. EXPRESIÓN ESCRITA

Teniendo en cuenta los aspectos que conforman el lenguaje periodístico y las diferencias establecidas entre hablar y escribir, es necesario reubicar el acto de escritura desde el componente básico de la información, a fin de redactar un texto.

Para ello, es posible diferenciar la entrada del cuerpo del texto, en el siguiente ordenamiento
.
2.1. Redacción de entrada
Es un texto que se compone de un párrafo (16 ó 17 palabras aproximadamente), en el que se desarrolla el contenido del hecho que se quiera informar. Es de vital importancia su tratamiento y diferenciación, ya que constituye el punto de partida para captar la atención del lector. Los modelos de entrada más típicos son: de cita, de prominencia, sumaria, enumerativa, descriptiva, apelativa directa, etcétera.

2.2. Redacción del cuerpo
En la redacción del cuerpo textual, se recurre a tres tipologías básicas de relatos: expositivo, narrativo–descriptivo y mixto.

Relato expositivo: Con un tono objetivo, se sintetiza lo acontecido, omitiendo sus detalles. Se redacta a la distancia, utilizando verbos en presente, sin adjetivos. Pertenece al género de la nota informativa.
Relato narrativo–descriptivo: Este tipo de relato es opuesto al anterior, ya que se utiliza la descripción y el relato de acción para involucrarse en el suceso. Los detalles del lugar son descritos en forma minuciosa, enmarcados en una cronología. Intervienen la descripción y la narración de hechos.

La descripción puede ser definida como una representación en la que involucra tanto a las personas como a escenas. Se utilizan habitualmente en informaciones, crónicas y reportajes.

La descripción de personas se establece mediante tres tipologías:
1. Prosográficas: Está conformado por los detalles del aspecto físico: altura, peso, color de ojos, etcétera.
2. Etopéyicas: Se refiere específicamente a una descripción de carácter moral: honestidad, relación afectiva, etcétera.
3. Retrato: Es un análisis global de la personalidad, en la que se combinan los aspectos físicos y morales.
La descripción de las escenas pueden ser de cinco tipos:
a) Pictográfica: El objeto y el sujeto se encuentran inmóviles, y para describir la escena, se debe recurrir a la luz y al color.
b) Cronográfica: Es la descripción del tiempo. Por ejemplo: Servicio meteorológico.
c) Topográfica: El sujeto que se describe está en movimiento y el objeto descrito inmóvil.
d) Cinematográfica: El sujeto se halla inmóvil y el objeto descrito se eleva ante él, o cuando ambos (sujeto y objeto) se hallan en movimiento.
e) Caracterográfica: Es de tipo colectiva y puede involucrar a grupos sociales, organizaciones, etcétera.

La narración, en cambio, es la enumeración de acontecimientos, es decir, un conjunto de escenas en la que se encuentran un encadenamiento de actitudes, hábitos de las personas intervinientes, ambiente, etc.; en suma, es contar acciones. Este tipo de narración es utilizada frecuentemente en la información y el reportaje.

Los elementos de la narración se pueden clasificar en:
a) Tipos: Se resaltan los rasgos sobresalientes de las personas que intervienen en el hecho, haciéndose una cuidadosa selección.
b) Diálogo: Las palabras que intercambian los actores deben reproducirse de manera fiel para que parezcan naturales.
c) Acción: Se narran los quehaceres de las personas, conductas y actitudes, rescatando todo dato que los vincule con el hecho.
d) Ambiente: Es el contexto familiar, profesional y geográfico en el que se mueven las personas. Es de suma importancia este aspecto para comprender las acciones y expresiones más significativas de los protagonistas de un suceso.
· Relato mixto: Es la combinación del relato expositivo y el relato descriptivo en una misma narración. Esta tipología es muy frecuente, ya que se pueden alternar párrafos expositivos con narrativos–descriptivos, en los que se pueden incluir también un orden cronológico.

2.3. Consejos prácticos
Una buena redacción puede basarse en los siguientes aspectos básicos:
- Orden lógico: sujeto, verbo, complementos (directo, indirecto, circunstanciales).
- Párrafos cortos: Las frases deben ser breves y concisas. No es aconsejable el uso de las subordinadas.
- Frases hechas: No utilizar muletillas ni expresiones convencionales (lugares comunes).
- Evitar vaguedades: Cambiar una frase con datos concretos. Por ejemplo: “Una multitud se agolpó ante la Casa de Gobierno” por “más de 1.000 manifestantes se agolparon ante la Casa de Gobierno”.
- Utilización de verbos: Se recomienda la voz activa y tiempo presente. El pasado simple y el pretérito perfecto son empleados con frecuencia; el subjuntivo, en algunas ocasiones.
- Concordancia: Cuidar la concordancia entre género y número, entre sujeto y verbo.
- Cita: Cuando se cita una declaración en forma textual, debe ir entre comillas.
- Adjetivos calificativos: Los adjetivos calificativos como cruel, desalmado, patético, etc., deben evitarse.
- Otros términos: No incorporar los superlativos (grandísimo) o los neologismos técnicos poco conocidos y las palabras extranjeras, salvo en aquellos casos en que sean absolutamente necesarios, para lo cual debe ir en letra cursiva.

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