sábado, 19 de abril de 2008

El “bullying” en las escuelas de hoy


“Violencia Escolar” o “violencia en las escuelas” son distintas formas en que designa un modo de agresión. Ella se nos presenta en nuestros tiempos como un síntoma social, como un emergente de nuestra cultura y de nuestra sociedad, del cual hoy algo comienza a hablarse, a des-taparse, pero que hasta hace unos años sólo latía desde lo oculto, funcionando en silencio. No significa que no existía, sino que era mudo.
Constituye un fenómeno tan viejo como las escuelas, aunque haya que admitir un aumento de las estadísticas que muestran la cantidad de niños muertos por parte de sus pares dentro de las escuelas. Sabemos también, por la experiencia clínica y a través de notas periodísticas, que no conoce de edades ni es privativo de una clase social; por el contrario, el acoso escolar puede surgir entre niños pre-escolares como hasta entre universitarios, y tanto en sectores empobrecidos como en aquellos más favorecidos cultural y económicamente.
El acoso escolar, denominado bullying por los especialistas, designa una forma de violencia propia de los espacios escolares, que incluye no sólo la violencia física, sino también la agresión psicológica y moral que un alumno ejerce sobre otro, de un modo sistemático y con la intención de dañarlo. El bullying, sin gestarse en las aulas, encuentra allí su escenario principal.
El sello fundamental de esta y de otras formas de violencia es el abuso de poder que se descubre detrás del vínculo que se crea entre el agresor y su víctima; que pone en marcha un proceso de abuso e intimidación sistemáticos por parte de un niño hacia otro que no tiene posibilidades de defenderse.El estudio de la situación de acoso escolar revela siempre la existencia de un líder que, mediante ciertas estrategias (burlas, insultos, robos, golpes, rumores), controla no sólo a la víctima sino a la mayor parte de sus compañeros; una víctima, o varias, que se hallan en general en una situación de vulnerabilidad o indefensión, por lo que se establece una relación desigual entre el abusador y su víctima; y los espectadores, grupo formado por el resto del grado, que contemplan la puesta en escena del agresor, y que callan por identificación con el abusador, o por el miedo que les genera el rebelarse al agresor.
El grupo, sin querer, se va mimetizando con el agresor, y tomando sus características.Pero esta relación desigual entre el bully y su víctima no se da por casualidad, o por la sola “perversidad” del agresor. Aparece allí donde hubo un aprendizaje de la violencia (tanto en la víctima como en el agresor) pero, principalmente, cuando hay una institución escolar que no se compromete, ya sea con la mirada o la escucha de parte de un adulto (director, maestro, preceptor, o hasta ordenanza) capaz de generar la reinstauración de la ley.

Punto de vista por Silvina Cohen Imach, psicóloga.
Artículo enviado por la señora Cecilia Fernández
Mamá de Damián Vilarnovo 5º grado del IEM

Muchas gracias Cecilia por participar con este artículo y por acompañar a Damián en su formación. Sin más saluda atentamente.
Marcelo Ricardo Hawrylciw
Editor blog de Periodismo Escolar

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